domingo, noviembre 10, 2024

Ecología

CAMBIO CLIMÁTICO: Consecuencias del deshielo de los polos

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La criosfera es la capa de agua que se encuentra en estado de congelación, la mayor parte de su tiempo. Ocupa los polos terrestres, el permafrost, las nieves eternas de las cimas montañosas y los glaciares. Cubren un 10% de la superficie del planeta y están en franca desaparición.

Y ¿Qué puede pasar?

Se espera que en poco tiempo el Ártico experimente su primer ‘verano sin hielo’, una expresión que para los científicos no implica que desaparezca la cubierta de hielo, sino que esta se reduzca a menos de un millón de kilómetros cuadrados, una situación que podría tener infaustas consecuencias. Y en el polo sur más de lo mismo: calor y más calor.

Mayor absorción del calor

Cuando el hielo marino está compactado y se cubre de nieve, el albedo (medida que se emplea para calibrar cuánta luz solar refleja una superficie) es tan alto, que repele más del 85% de la luz del sol. Pero las aguas abiertas son muchísimo más oscuras y su albedo no supera el 7%. Cuanta menos luz se refleje, más calor absorberá la Tierra.

Este fenómeno de la excesiva pérdida de hielo marino, a su vez genera otro llamado retroalimentación positiva, que implica una aceleración del calentamiento de la superficie terrestre. Cuando el hielo marino se retira, la luz solar deja de reflejarse, por lo que calienta el agua, contribuye a que se derrita más hielo y acaba por elevar las temperaturas.

¿Qué libera el permafrost perdido?

El permafrost, es decir los suelos congelados de los polos (y de otros sitios) se está comenzando a derretir de forma alarmantemente acelerada. En esta capa hay metano, CO2 y otros gases y partículas que se liberarán con la descongelación y contribuirán a agravar el calentamiento global.

El caos de las corrientes oceánicas

La predicción de los científicos es que para 2100 al menos el 25% de las corrientes cálidas globales sufrirán cambios drásticos, ya que las aguas derretidas acabarán volcándose en los océanos, un hecho que podría acarrear una importante variación en el transporte de las aguas superficiales cálidas desde los trópicos hacia los polos, una situación que cambiaría por completo el mapa climatológico del planeta.

Cambios estacionales

Cuando el aumento de las temperaturas es más acelerado en las regiones más distantes del ecuador, en las latitudes más bajas se produce un cambio drástico y a gran escala en los gradientes de temperaturas y presiones. Una de las consecuencias de esta situación podría ser los cambios en las estaciones.

Los inviernos serán mucho más severos que los actuales, con precipitaciones y nevadas muy fuertes, aunque tenderían a durar menos. La primavera se adelantaría y los veranos serían más largos y cálidos, en detrimento del otoño que sería también más corto. Las sequías prolongadas y los fenómenos de calores extremos caracterizarán a los periodos estivales.

Cambios ecosistémicos

Durante los veranos árticos los científicos comprobaron que, las capas de hielos marinos presentan el menor grosor de las últimas tres décadas. En la Antártida se ha reportado recientemente, la mayor temperatura jamás registrada, que sobrepasó los 18ºC. Estos cambios han afectado a la vegetación y a los animales que dependen directa o indirectamente de ella, desde los osos polares (en peligro de extinción) hasta el zooplancton.

La diversidad biológica de los polos es muy variada y rica, pero podría experimentar cambios muy perniciosos, si su hábitat y fuentes de alimentos se ven afectados. Si se derriten los hielos, que son básicos para mantener el equilibrio de los ecosistemas, se verán afectados los ciclos productivos de millones de especies y las que no puedan migrar o adaptarse, se extinguirán.

FUENTE: Ecoticias