viernes, julio 11, 2025

Agro

AGRO: Ingeniería, agronomía, medio ambiente y… periodismo

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Héctor Huergo (Clarín)

¿Cómo estás?

Yo, bien, con ganas de juntar tres fechas que acaban de pasar: el Día del Medio Ambiente, el Día de la Ingeniería, y el Día del Periodista . Las tres tienen que ver conmigo y con este boletín. Soy ingeniero agrónomo (una rama de la ingeniería), soy periodista de oficio (cuando empecé en Clarín , en 1972, no existía la carrera). Y en mi paso por la facultad aprendí la vinculación entre ecología y producción.

Agro y medio ambiente van juntos. Y no por la cantinela ecologista, que tiende a “embocar” a la producción de alimentos, fibras y bioenergía. Por ignorancia, ideología o mala fe. Todo lo contrario: el agro está del lado bueno. Es decir, de las soluciones . Repasemos.

Soy bisnieto del ingeniero Luis Augusto Huergo , primer ingeniero argentino. Agradezco a mis padres (ambos ingenieros) haberme puesto el segundo nombre en su honor: Héctor Augusto. Pasó a la historia por la cuestión del puerto de Buenos Aires , con su famoso proyecto que perdió la batalla con el de Madero . Puerto Madero es hoy un moderno barrio residencial, pero como puerto fue un costosísimo fracaso . La idea de Huergo quedaría plasmada muchos años después de su desaparición, con la construcción de Darsena Norte . Es donde hoy llegan los cruceros, Buquebus, hay una usina eléctrica, salen y entran contenedores.

Pero lo que pocos saben es que el ingeniero Huergo fue el pionero de la industria del petróleo en la Argentina. Presidió el primer pozo petrolero, en Comodoro Rivadavia, diez años antes de la creación de YPF . Bombeaba la modernidad. Falleció en 1913, cuando estaba al frente de esa empresa. Era lo que había que hacer .

Ahora hay que hacer Vaca Muerta . Pero el mundo cambió . La humanidad se puso de acuerdo en que hay que descarbonizar . Ninguna actividad humana está exenta de la obligación de acoplarse a la lucha por reducir las emisiones. Ya no vale la pena discutir si el cambio climático es antropogénico o natural. Lo que se sabe es que las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero pueden reducirse, y que es posible incluso secuestrarlos . Ahí entra la agronomía , y es lo que promovemos desde la comunicación .

El lado bueno: la siembra directa , que permitió reducir la cantidad de pasadas en un campo de cultivo. Se consume un tercio del combustible por hectárea que hace 30 años . Se sustituyeron trabajos mecánicos por la revolución de los herbicidas, que ahora suman el poderoso avance tecnológico de las aplicaciones diferenciales. La eficiencia en el uso de los recursos es el primer e imprescindible paso de la ecología. Contra lo que parece evidente, medir más fertilizante reduce la huella de carbono: al aumentar el rendimiento, mejora la eficiencia de todo lo que se aplica.

La huella de carbono de la agricultura argentina es fenomenal. Nadie en el mundo produce más toneladas por unidad de carbono emitida . En muchos casos, se está llegando a la neutralidad, e incluso a saldos positivos por fijación de materia orgánica (que es carbono) en los suelos.

Esto no está suficientemente comunicado, ni mucho menos certificado . Pero hay numerosas iniciativas, unas locales y otras promovidas por las grandes empresas internacionales proveedoras de tecnología. Incluso por los traders globales, cada vez más apremiados por sus clientes para que muestren cómo y dónde se produce lo que exportan. No es chiste ni zanata wok. Es la nueva demanda. Y tenemos para ganar.

Y ahora viene la “paradoja Huergo”. Te conté antes que el ingeniero fue el pionero del petróleo. Te digo ahora: si estuviera aquí, sería un promotor de los biocombustibles. Como no está, me puse hace muchos años este tema al hombro. Desde Clarín Rural , hemos jugado un papel muy importante para que hoy toda la nafta esté cortada con etanol, y todo el gasoil con biodiesel.

Sabemos que este gobierno va para otro lado . Que considera un error la política de biocombustibles. “Vienen todos a contramano”, decía uno que entró a la autopista al revés . Todo el mundo intenta reducir o sustituir los fósiles. Con distintas estrategias. Pero ya nadie construye refinerías de petróleo. Y muchos se están reconvirtiendo a biocombustibles , crackeando aceite vegetal o grasas animales.

Es la otra cara de la contribución del agro. La fotosíntesis recicla CO2, no agrega nuevas unidades. Sustituir petróleo por etanol o biodiesel reduce un 70% las emisiones. En países extensos, como Brasil, Argentina o Paraguay, no tiene sentido el auto eléctrico , que requiere una infraestructura fenomenal. Y en el caso de la Argentina, con una matriz de generación eléctrica “sucia”, basada en la quema de combustibles fósiles (el gas de Vaca Muerta también lo es) sería un grave error .

Ahora se va a discutir una nueva ley de biocombustibles . Más allá de los beneficios que implican para el agro (es mayor demanda para lo que sabemos producir con eficiencia y mínimo impacto ambiental), significarían acoplarse al mundo que reclamar menos emisiones.

En estos días, todo el Caribe está colapsando por la marea del sargazo , una macro alga que está proliferando al galope, arruinando regiones de alto valor económico y social. Parte sustancial del fenómeno se atribuye al calentamiento global, que impacta en las corrientes marinas y la velocidad de procreación del alga. Más allá de la certeza científica, la ola es imparable . El escape por el lado de que “nosotros no movemos la aguja” es una torpeza conceptual. Porque, aunque así sea, estamos dejando escapar una oportunidad . Imaginemos lo que sería el precio del maíz si no se consumieran anualmente 150 millones de toneladas para producir etanol. O de la soja sin las 30 millones de toneladas de aceites que se convierten en biodiesel en todo el mundo. Pronto llegará el SAF, combustible de aviación, que captó el interés de los grandes operadores internacionales como Cargill, Bunge, Viterra, Dreyfus.

Inversiones, empleo en el interior, valor agregado, divisas, mejor medio ambiente. Más salud. Prestemos atención.