Por Miguel Abálsamo
El propio alcalde sabe que su ciclo esta agotado.
Acorralado, vencido, con la guardia baja, esperando la toalla, el doctor Daniel Molina definió una postura futura, que la sociedad percibió y puso frente al espejo con su voto el pasado 28 de junio, no existe la mínima posibilidad matemática de una presentación electoral en búsqueda de un tercer mandato, y su suerte política buscando un asilo legislativo en el 2011, tal cual premia la política nacional con sus intendentes, sean buenos, regulares o Molina, no será un camino de rosas.
Muchos alcaldes que deberían responder ante su pueblo luego de su mandato, ciertas veces declarar ante la justicia y pedirle disculpas a la gente, terminan ocupando un burocrático sillón de diputado o senador tan sólo para no dejarlo sólo en el mundo societario de la corporación política.
Molina sólo tiene una salida, triunfar en la lucha por el Comité local en meses más, o aceptar sumisamente una lista de unidad, para pasar desapercibido en el radicalismo. Hoy parece una utopía pensar que pueda ganar una interna y de allí saltar al legislativo. Hoy parece de ficción, pero…nunca hay nada más increíble que la propia realidad.
Con el agua a los pies los nuevos inundados necochenses, los habitantes de la Avenida 75 de Molina, soportaron el domingo al mediodía, lejos del almuerzo familiar, sacando como pudieron el agua fuera de sus viviendas y algunos comerciantes se vieron imposibilitados de abrir sus negocios el día posterior.
Lo peor es que será un hecho a repetir cotidianamente, porque los desastres efectuados con esta obra imagen de la post guerra, esta postal de la mala administración, que se llama Avenida 75 no tiene solución. Para los vecinos el único camino cambiarse de casa, o hacer departamentos horizontales, evitando el agua y la indignación.
¿NADIE SE HACE RESPONSABLE?
Ningún funcionario municipal, mucho menos el ausente alcalde, se hizo presente en muchos lugares de la avenida 75. A esa hora estarían siguiéndolo por televisión, leyendo los diarios digitales, escuchando los comentarios radiales, tratando de no ver, no sentir, no oír.
Tal cual un film de inundaciones, contemplan las escenas sin inmutarse, casi como plateistas domingueros de una película vergonzosa.
Con el agua en los píes, algunos con botes, otros salvando lo que pueden, muchos amenazando con no pagar más impuestos, transcurre la vida de muchos habitantes de la » obra del siglo» como alguna vez dijo un concejal oficialista en una discusión en el Honorable Concejo Deliberante, referenciando a la orgullosa avenida «molinista».
Debería recordar el alcalde que el responsable es aquel que responde por sus actos, se hace cargo de las situaciones y aprende de ellas.
También debería saber que a mayor poder mayor responsabilidad.
En muchas oportunidades cuando este adefesio estaba en marcha dijimos que traería estas dificultades. No es necesario ser técnico-profesional en la materia, lo único que se necesitaba era sentido común, eso, simplemente.
Y terminó como no podía dejar de terminar, en medio de un desastre. Ahora la situación es peor que antes, porque prácticamente no tiene arreglo.
Mientras tanto la sociedad podría hacerse algunas preguntas:
1) ¿Cuánto salió finalmente la obra?
2) ¿Cuánto adeuda todavía el municipio?
3) ¿La empresa Plantel continuará los trabajos o la paralizarán definitivamente?
4) ¿Quién resarcirá a los habitantes de esas zonas inundadas de la avenida por los daños causados por la negligencia estatal?
5) ¿Se atreven a seguir mandándoles los recibos de tasas municipales, alumbrado, barrido, etc. ..?
6) ¿Les arreglarán las bocas de tormenta o seguirán indolentes ante esta situación?
Los alcaldes pasan y las aguas quedan.
Parece que el arte de lavarse las manos es un hecho cotidiano en la función pública, barrio Titanic de Quequén, Avenida 75, Frente Costero, caída de lámpara en 4 bis y 85 lastimando a una turista que tal vez inicie acciones judiciales, tala de arboles en una zona estratégica del parque «Miguel Lillo» frente al casino.
Excepto el primer año de gestión todos los balances cerrados con déficit en la administración «molinista».
Deberíamos pedirle al alcalde que no siga apagando incendios con fuego ni remediar con agua las inundaciones.
Los vecinos de la 75 la siguen pasando mal, pero por estas horas el inundado parece ser el alcalde, quien tiene el agua en las puertas del primer piso municipal.