
Desde los albores de nuestra historia, la derecha argentina ha demostrado una persistente incapacidad para comprender los designios de la nación, enfrascada en venganzas personales y una mirada miope que ha resultado en una trágica estela de desgracias para el país.
Ya desde la época colonial y la Revolución de Mayo, historiadores europeos señalaban la incultura, la vagancia y el derroche de los recursos públicos por parte de nuestra clase dirigente.
Mientras otras naciones emergentes, como Brasil y Estados Unidos, defendían con ahínco sus intereses nacionales, la élite argentina se complacía en viajes a Europa y la importación desmedida de bienes extranjeros, evidenciando una desconexión palmaria con las necesidades de su propio pueblo.
Una vez más, la derecha argentina ha optado por defender los intereses de unos pocos privilegiados, en detrimento de las grandes mayorías.
Pretender que millones de argentinos se resignarán a la pobreza, abandonando la aspiración a ser clase media, es ignorar por completo la rica historia de lucha y resistencia de nuestro pueblo.
La historia es clara: 1945, 1973 y 2001 son hitos ineludibles donde el habitante argentino dijo «¡Basta!» a las desmedidas apetencias de sectores privilegiados.
Hoy, el poder económico argentino, encarnado en los grandes latifundios, los empresarios digitales multimillonarios y los magnates de los medios de comunicación, ha decidido ir a fondo contra los derechos conquistados durante décadas.
Su objetivo es despojar de todo su dinero a la ciudadanía, empezando por los jubilados, quienes cada miércoles sufren un nuevo golpe a su ya precaria economía.
La reciente decisión del poder real en Argentina de condenar a la proscripción de por vida a quien fuera dos veces presidenta y una vez vicepresidenta, no hace más que confirmar la reiterada torpeza de la derecha.
Han vuelto a crear un mito que les saldrá muy caro en sus ansias de poder absoluto y apropiación de la renta nacional.
Finalmente, terminarán pidiendo perdón a sus patrones del exterior, a quienes siempre han obedecido y seguirán obedeciendo.