miércoles, abril 23, 2025

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Crónicas en domingo. LOS MODELOS

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Silvia Guillot

Las crónicas se suceden, día a día vemos y oímos en los medios, pero también en la vida cotidiana, hechos de violencia. Llaman la atención especialmente los más duros, los que nos espantan y nos hacen expresar nuestro más profundo rechazo… pero suceden, nos suceden, hechos de microviolencia cotidianos y los dejamos pasar, como si nada.

¿Cuáles son esas microviolencias?

En la calle, el que maneja viendo el celular, el tránsito prepotente, los malos gestos de conductores o peatones… entre otras microviolencias.

En el trabajo, los sueldos que no alcanzan, las exigencias que aumentan, el temor al desempleo que alteran la dinámica del grupo de trabajadores… entre otras.

En la familia, una contestación fuera de tono, el apuro de una vida apurada que no deja tiempo para el diálogo, para la escucha, para el consejo… entre otras.

Y de pronto, horroriza y sorprende que un grupo de adolescentes planee agredir ferozmente a compañeros y profes de su escuela, que se armen peleas de la nada, que el bullying sea un tema diario.

La sociedad está violenta. La frustración la hace más violenta.

No necesito decirles que la violencia verbal viene derramándose (lo único que se “derrama”) desde las altas esferas públicas y los medios de comunicación. Entonces, ¿qué podemos esperar sino aún más violencia?

Hasta hace un tiempo la escuela, en palabras de Phillippe Meirieu[1], “levantaba paredes” ante esas situaciones frustrantes del afuera. Hoy no. Y no es porque no se busque la manera; les aseguro que es un tema que mantiene preocupada y ocupada a toda la comunidad educativa. Lo que sucede es que el “afuera” ya no existe, el celular lo trae a la escuela, en todo momento.

¿Qué me quedé en el tiempo? ¿Qué estoy en contra de las nuevas tecnologías? Nada más lejos de la realidad, considero que son herramientas increíbles… si las usamos de manera inteligente.

Como sociedad, les debemos a las nuevas generaciones bajar el nivel de violencia, prestarles atención, brindarles experiencias de socialización no virtuales (esas las obtienen solos). Es decir, hacernos cargo del rol que nos corresponde como adultos; enseñarles que cada derecho conlleva un deber y que una frustración, una pérdida o un fracaso pueden elaborarse con esfuerzo a través del diálogo y no de la violencia.


[1] Investigador, ensayista y político francés.

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