La presencia de microplásticos en el cuerpo humano es un tema cada vez más preocupante. Según un estudio publicado en Nature Medicine, los microplásticos y nanoplásticos se acumulan en el cerebro humano a niveles más altos que en el hígado y los riñones.
Además, se encontraron concentraciones significativamente más altas de microplásticos y nanoplásticos en muestras de 2024 en comparación con muestras de 2016.
Los microplásticos son partículas de plástico de menos de 5 milímetros de tamaño que se han infiltrado en el medio ambiente a un ritmo alarmante.
La producción mundial de plástico se duplicó entre 2000 y 2019, y se estima que más del 22% del plástico producido acaba en el medio ambiente por una mala gestión de los residuos.
El estudio también encontró que la concentración de microplásticos en el cerebro era aún más grande en personas diagnosticadas con demencia.
Aunque no se establece una relación causa-efecto entre los microplásticos y la demencia, se plantean interrogantes sobre las posibles consecuencias para la salud de la exposición a los plásticos.
Según Ángel Nadal, catedrático de Fisiología de la Universidad Miguel Hernández de Elche, «no sabe si hay que alarmarse, pero sí preocuparse».
Los microplásticos pueden actuar de dos maneras: de manera física, como partícula que está en un tejido en el que no debe estar, y actuando como vehículos para compuestos químicos tóxicos que están en el propio plástico.