martes, abril 23, 2024

Opinión

¿LAS EMPRESAS, como siguen? III

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Por Osvaldo Del Barba

Dia a día se va ratificando la hipótesis que sostenemos desde el principio de esta Pandemia, el mundo que viene, sin dudas, no será el mismo.

Nadie puede saber, a esta altura, como será, pero pocos dudan que habrá una gran diferencia entre el que veníamos habitando y el nuevo.

Cada uno de nosotros debería tener una Misión clara en el futuro cercano, pero también esa Misión debería ser alineada a un objetivo de Mediano y Largo Plazo.

En otras palabras, deberíamos tener una Visión de hacia dónde queremos ir y sobre todo, en este momento tan especial, cuáles deberían ser los principios, los valores que guiarían ese camino a recorrer.

Como profesional de las Ciencias Económicas debo confesar que la caída en la producción de muchos sectores y la gran cantidad de cuenta propistas (muchos de ellos dentro de la economía informal) que no pueden salir a trabajar, preocupan sobremanera.

Necesariamente deberán esperar medidas gubernamentales que permitan sobrellevar el tiempo que esto dure hasta la normalización.

Pero quiero volver sobre las sociedades, los emprendimientos, comercios, negocios, pymes y toda actividad económica en forma de empresa por pequeña que sea.

Si bien necesitarán de pautas gubernamentales que posterguen vencimientos, congelen intereses, prorroguen presentaciones impositivas, etc.-, no toda la solución estará en manos del Gobierno.

Es el momento de ver en acción intelectual a los Empresarios (llamando así a todo aquel que tenga a su cargo una actividad económica independientemente de su tamaño, desde un supermercado a un quiosco).

En los párrafos primeros hablábamos de una posible nueva Visión del futuro a mediano y largo plazo.

Más que nunca todos debemos saber hacia dónde queremos ir, pero no como una expresión de deseo meramente, sino como el producto de una observación de la realidad, de su macro entorno, de sus fortalezas y debilidades, de la búsqueda de nuevas oportunidades y la neutralización de las amenazas.

Sin embargo, en lo personal, entiendo que aparece con más fuerza un objetivo intangible que no puede ser medido con las herramientas contables tradicionales.

Se trata de objetivos más “humanizados” y menos comerciales. Quizás este golpe del destino nos haga pensar más en ese tipo de objetivos con rostro humano.-

Quizás hoy debamos pensar en cómo satisfacer a nuestro cliente y ayudarlo a que pueda desarrollar su vida comercial y personal de la mejora manera.

 Quizás hoy debamos pensar más en nuestros empleados y su familia y asegurarles la tranquilidad de la estabilidad laboral. Quizás debamos minimizar nuestras rentas en función del conjunto de la comunidad.

Por eso decíamos, que los valores que regirán esas conductas también, posiblemente, deban ser revisados y adaptados al momento tan especial.

Pero esto no implica abandonar el arte de los negocios, ya que de ellos dependeremos para lograr los objetivos indicados más arriba, por el contrario, deberemos ser más creativos que nunca, más observadores que nunca, y abandonar definitivamente el “piloto automático” del status quo.

El destino nos ha puesto, posiblemente, ante un gran cambio de objetivos. Una mutación de algunos (no todos) tangibles y mensurables en pesos a otros intangibles y no mensurables en pesos como lo indicáramos.

Hoy necesitamos recuperar la tranquilidad, la sociabilidad, y la felicidad. Pensar que estos objetivos no tienen que ver con la economía de las empresas es equivocar el camino, la economía no es una ciencia independiente de todas las demás, su interacción es clara y por ello debe adaptarse a los objetivos de la comunidad que, menos que nunca, son económicos más allá de la subsistencia.

Por eso los Empresarios, tienen frente a si un desafío enorme y también una responsabilidad inconmensurable, hay que proveer de tranquilidad económica y seguridad a la población y ellos pueden hacer mucho por ello, obviamente con la inexcusable ayuda del Gobierno.

Hay muchas herramientas que pueden ayudar al logro de esos objetivos. Quizás no sea el momento de recambio de maquinarias, de instalaciones, de tecnología en general, sino el momento del cambio de mentalidad frente a un mundo nuevo que posiblemente nos espere con un funcionamiento que jamás hubiésemos imaginado antes de ahora.

Los profesionales de la Economía también tenemos que aportar lo nuestro, ayudar desde el conocimiento a que la adaptación sea lo más rápido y menos traumática posible.

Aprovechemos el tiempo que hoy nos sobra para trabajar en ese sentido, observemos el día a día y estemos preparados. Ojalá nada de lo expuesto ocurra.