La superbomba lanzada el jueves por un avión C130 estadouinidense en el distrito de Achin, en la provincia de Nangarhar, causó la muerte de 82 milicianos del Estado Islámico. Lo dijo hoy el portavoz del gobierno provincial, Ataullah Khogyani.
En precedencia, el ministerio de Defensa afgano había informado que «la madre de todas las bombas» «causó la muerte de 36 milicianos del Estado Islámico».
En un breve comunicado se agregó que la bomba MOAB, de 9.800 kilogramos, «fue lanzada sobre una red de túneles» en el distrito de Achin y «destruyó completamente» el objetivo «sin causar víctimas civiles».
El gobierno afgano, en otro comunicado, aseguró que «estaba al corriente» de la decisión de Estados Unidos.
En tanto las autoridades provinciales de Nangarhar agregaron que «la dirigencia del Estado Islámico, junto a militantes extranjeros, vivía en esos cuarteles subterráneos en los que habían sido asesinadas personas tomadas como rehenes». Por su parte el portavoz del Ejército local, Jawid Saleem, aseguró que en el complejo alcanzado había entre 40 y 70 militantes yihadistas armados.
«La bomba fue lanzada en un valle entre dos montañas donde el Estado Islámico excavó una instalación de túneles entre grutas», informó el vocero militar.
Saleem destacó que no hubo víctimas civiles porque en las cercanías vivía una sola familia que fue alejada por las fuerzas afganas.
El general estadounidense John Nicholson, comandante de la misión «Resolute Support» (USFOR-A) de la OTAN y Estados Unidos en Afganistán consideró que «desde el punto de vista táctico fue el momento justo» para lanzar el más poderoso artefacto explosivo de su país por debajo de las armas nucleares.
Por su parte, los talibanes afganos condenaron el lanzamiento de la superbomba y denunciaron que Estados Unidos «está matando a nuestra gente con el pretexto del Estado Islámico, bombardeando poblaciones y probando sus armas a expensas de los afganos», afirmó un vocero del grupo El portavoz talibán indicó que «en tres oportunidades nuestros combatientes estuvieron a punto de derrotar al Estado Islámico en Nangarhar, pero las fuerzas estadounidenses bombardearon a nuestros hombres para permitir que los yihadistas pudieran huir».
El expresidente afgano Hamid Karzai condenó sin contemplaciones el lanzamiento de ayer: «No se trata de guerra al terrorismo sino de un peligroso e inhumano uso de nuestro país como terreno para probar nuevas y peligrosas armas», dijo. (ANSA).
