sábado, abril 20, 2024

Castelli, Locales, Opinión

HOMENAJE: Aurora

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Por Juan Alberto Poteca

Sin dudas que representaba el amanecer, así su nombre, Aurora. Luminosa, alegre, cordial, esa fue mí tía adoptada. Fue la esposa y sosten de Bernardino, la madre feliz de Gustavo, Marcelo y Santiago.

Fue una mujer maravillosa, que hacía de cada día una fecha única, imposible de no celebrar con ella, la dicha de vivir.

La recuerdo siempre, pero con más razón en estos días, cuando el lunes pasado era su cumpleaños.

Aurora, la mamá de mí compañero de ruta, Santiago, fue una de las personas que más amor de madre, comprensión y amistad me brindó.

Cuando fueron avanzando los años en mí vida, su consejo era frecuente: «Juan, comenzá los trámites para jubilarte». Estaba en todo y con todos.

Era «coqueta», culta, inteligente y sabia. Social como pocas, infaltable en los actos del Círculo de Periodistas Deportivos, con un dejo de tristeza pero con cierta dosis de humor, decía que formaba parte del club de viudas, en referencia a aquellos colegas de Bernardino, idos de este Mundo como él.

Darán fe de su cordialidad, aquellos que nos acompañaron tantas veces a las transmisiones de fútbol, cuando la escala obligada, por un par de horas o para pernoctar, era su departamento en Barrancas de Belgrano.

El desayuno y la merienda, eran la elegancia pura y la degustación de sus masitas, tortas y scones, todo presentado con lujo de detalles.

Ni les cuento almuerzos o cenas, allí su despliegue culinario nos sorprendía siempre con algo nuevo, sin descuidar sus clásicos platos, ya consagrados por nuestro paladar.

Por Juramento y O’higgins desfilaron compañeros de trabajo, colegas y amigos, que compartieron aquellas inolvidables reuniones en «la casa de Aurora».

Su pasión por Necochea, quedaba reflejada con esta frase: «aquí pasé los años felices, viendo caminar por primera vez a mis hijos».

Así como Bernardino, fue el máximo promotor de nuestra querida ciudad en sus transmisiones deportivas, Aurora lo era en cada reunión, donde podía «meter su aviso» por Necochea.

Nuestras llegadas acompañando a Santiago, eran todo un acontecimiento de felicidad. Nuestras partidas, la dejaban allí, chiquita como era su talla, abrazada a su hijo menor, Santiaguito, en esa despedida que nos rompía el corazón.

Hoy que no estás, Aurora, tus cuentos e imitaciones de «gallegos» y de la colectividad judía, llenos de picardía y sano humor, suenan en mis oídos como una melodía que nos levantan el ánimo.

Le hacías honor a tú nombre: en vos amanecía la felicidad y eso lo mostrabas en cada uno de tus actos.

Bernardino Veiga fue uno de los más grandes relatores rioplatenses, sin dudas, y así como tuvo tantos aciertos en sus imborrables narraciones, el más grande de sus logros, fue haber elegido a Aurora como su compañera de vida.

Cómo te extrañamos Aurora y nos reconforta el recuerdo, es como esperar tú llamada, para escuchar la calidez de tus palabras.

Fue una dicha contarte como la tía adoptada.