La autorización de emergencia por parte de la UE para las vacunas contra el Covid, además de las adaptaciones para las variantes, podría concernir también a los nuevos antídotos por parte de la estrategia de la Union.
Se trata de una pista sobre la cual la Comisión Europea está trabajando y que presenta muchos escollos legales, sobre todo en el perfil de las responsabilidades, que los 27 líderes deberán evaluar juntos para luego asumir, quizás en la próxima cumbre del 25 de marzo.
El atajo, utilizado ya por la Hungría del premier Vktor Orban, para despachar la Sputnik rusa y la Sinopharm china, está prevista para los Estados, pero tiene carácter solo temporal y valor a nivel nacional.
La iniciativa, lanzada por Ursula Von der Leyen, fue acompañada por las peticiones de los 27 jefes de Estado y de Gobierno de acelerar un vía libre, producción y distribución de los inmunizantes frente a la presión de la emergencia de las mutaciones y las provisiones que llegan a cuentagotas.
Y se hizo también muy necesaria a la luz del parecer de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) que, no obstante la presión de los Estados luego de los datos positivos sobre el nivel de protección con una sola dosis, «no tiene aún pruebas suficientes para recomendar modificaciones» y pasar a una sola aplicación.
Más allá de la vacuna de Johnson&Johnson, que podría obtener el visto bueno del EMA el 11 de marzo, forman parte del programa de la UE, aún a aprobar, Curevac y Sanofi, y otros dos contratos en espera de ser rubricados con Novavax y Valneva.
Estos son los antídotos que podrían seguir la carrera preferencial. Pero inmunizantes como la Sputnik V, por la cual los rusos no presentaron nunca pedido alguno de autorización al EMA y sobre la que está presionando el líder de la Liga, Matteo Salvini, que solicita a Italia seguir el camino del Visegrad, quedarían excluidas.
En tanto, el canciller austríaco Sebastian Kurz, entre los más directos en acusar al EMA de lentitud, en la vigilia de su partida para Israel donde llegará mañana con la danesa Mette Frederiksen para encaminar una alianza en la producción de vacunas de segunda generación, promete inmunizaciones «tipo alfombra» en el Tirol para frenar la carrera de las variantes, gracias a las vacunas Pfizer.
Y en el viaje de Kurz y Frederiksen, entre los diplomáticos de los países socios en Bruselas se registra escepticismo y la fuerte sospecha de que se trata de una iniciativa tendiente a los electorados nacionales, siempre más intolerantes para descargar las responsabilidades de los retrasos a la UE y mostrar que ningún camino fue dejado de intentar.
La perplejidad nace antes que nada por el hecho de que ninguno de los tres Estados tiene capacidad productora de los antídotos. Entre otras cosas se hizo notar que las dosis de Pfizer que Benjamin Netanyahu uso para inocular a los israelíes son, en su mayoría, salidas de establecimientos belgas.
Pero se subraya además que la Junta Directiva que orienta las decisiones acerca de las vacunas, donde se sientan delegados de todos los Estados miembros, es guiada junto a la negociadora UE, Sandra Gallina, y el austriaco Clemens Auer.
Fuerte es el escepticismo también hacia la Sputnik V en mérito al cual fuentes de Bruselas subrayan que las capacidades de producción rusas es muy limitada. Puede contribuir a reforzar las vacunaciones en países de pequeñas dimensiones, pero no serían jamás suficientes como para cubrir las exigencias, por ejemplo, de Italia. (ANSA).