El uso excesivo de plaguicidas en la agricultura española es un tema preocupante. Según el informe «Directo a tus hormonas» de Ecologistas en Acción, en 2022 se detectaron 106 plaguicidas diferentes en los alimentos vendidos en España, de los cuales 59 eran disruptores endocrinos y 32 no estaban autorizados por la Unión Europea. Esto representa un riesgo significativo para la salud pública y la biodiversidad.
Algunos de los alimentos más contaminados fueron los tomates españoles, que contenían residuos de 31 sustancias diferentes.
Además, el 36% de las muestras analizadas tenían restos de una o más sustancias, y el 22% presentaban contaminación múltiple con varios plaguicidas.
Es importante destacar que el uso de plaguicidas no solo afecta a los consumidores, sino también a los trabajadores de los invernaderos, que están expuestos directamente a estos productos químicos.
El documental «La voz del invernadero» denuncia las condiciones laborales precarias y las enfermedades que padecen estos trabajadores, como la bronquitis y el Parkinson.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) también ha expresado su preocupación por el uso de plaguicidas y su impacto en la salud humana y el medio ambiente.
La OMS recomienda una gestión responsable de los plaguicidas y la adopción de prácticas agrícolas sostenibles.
Es fundamental que se tomen medidas para reducir el uso de plaguicidas y promover una agricultura más saludable y sostenible en España.