Por Silvia Guillot
Líneas, puntos y palomas
Cuando todo se pone negro, una paloma que pasa delante de tus ojos con un pedazo de hilo en su pico, lo cambia todo.
La casualidad, dirán los más crédulos (sin sentido peyorativo), la causalidad, para los más racionales (tampoco hay ironía), marca más veces de las que nos damos cuenta que somos parte de un todo. Puntos diminutos o máximos, según la ocasión. Y recordamos, de pronto, que un punto es parte del plano. Que muchos puntos, uno al lado del otro, forman líneas y que las líneas pueden ser rectas y prolijas o curvas y creativas.
No dejo de lado las líneas rectas si quiero llegar rápido, pero, personalmente, elijo las curvas.
No siempre las preferencias se entienden, por eso, cada tanto, todo se pone negro.