sábado, mayo 18, 2024

Opinión

La ganadería seguramente beneficia al medio ambiente pero hay que demostrarlo

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Por Héctor Huergo

Hola , ¿cómo estás? Yo muy bien, entretenido con las cosas que pasan más allá de nuestro horizonte, demasiado cercano cuando uno vuela raso. Si tomamos un poquito de altura, veremos cosas que non crederes.

Por ejemplo, esta semana se remató un toro Nelore, en una feria ganadera de Brasil. Bruto toro, sin duda. Pagaron por él nada menos que 20 millones de reales, unos 4 millones de dólares.

Más allá de la obvia comparación con los valores que se pagan aquí por nuestros reproductores (cuya clase mundial nadie pone en duda), lo interesante es que esto se da en un momento en el que la carne vacuna está en la picota. Parece que hay vida al final del túnel…

Pero no podemos hacernos los distraídos. El debate es fuerte. Justamente este fin de semana, el Washington Post levantó el tema, con una columna de Tamarr Haspel, especialista en alimentos.

“Santo cielo, la pelea por la carne!”, arranca la analista, reconocida por la profundidad de sus abordajes. “Olvídese de la parte de la salud, aunque también hay muchas peleas allí. Estoy mirando la parte ambiental. Según mucha gente del clima, la carne vacuna es absolutamente lo peor para el planeta. Pero para otros, el ganado puede revertir el cambio climático por sí solo. ¿Qué es verdad?”

Y explica cosas que sabemos, pero vale la pena repasarlas. La mayor parte del impacto climático de la carne vacuna proviene de dos fuentes: el metano entérico que producen las vacas cuando comen y la deforestación que se produce para adaptarse a la creciente demanda mundial. Esto compete en particular a Brasil, donde compañías como la líder mundial, Marfrig, implementaron un protocolo para “carne libre de desmonte”. Concretamente, cada kilogramo de carne agrega el equivalente a casi 100 kilogramos de CO2 a la atmósfera.

Poco menos de una cuarta parte de esos 100 kilos se debe a los cambios en el uso de la tierra (desmonte), y un poco más de la mitad se debe a las emisiones en la explotación, que incluyen metano entérico y gases de efecto invernadero del trabajo de la maquinaria, y por supuesto los fertilizantes.

Eso hace que la huella de la carne vacuna sea más de 10 veces mayor que la del pollo y 200 veces mayor que la de las papas. Por eso, en los círculos climáticos, es el enemigo dietético número 1.

Pero –continúa Tamarr– hay una parte importante del cálculo que esos números dejan de lado. En algunos sistemas, el ganado en pastoreo puede secuestrar carbono en los suelos y ese carbono puede compensar algunas de las otras emisiones. Absolutamente nadie está en desacuerdo con que esto suceda, pero absolutamente todos están en desacuerdo sobre la parte crucial: ¿cuánto carbono se puede realmente secuestrar?

Para determinar si la carne es una ventaja o una desventaja, debe profundizar en las malezas (y los pastos y las hierbas) sobre cómo y cuánto el ganado puede cambiar los suelos.

Para hacer eso, Tamarr dice que reclutó la ayuda de Paige Stanley. Es una experta que está haciendo una investigación posdoctoral en la Universidad Estatal de Colorado sobre cómo el pastoreo afecta el suelo. También es coautora de artículos sobre algunos de los experimentos más rigurosos relacionados con el ganado y el carbono.

“Primero –dice Tamarr– le pedí que explicara cómo las vacas pueden secuestrar carbono y, en general, mejorar los suelos”.

La respuesta de Paine fue que, para empezar, las vacas comen algunas de las plantas y depositan bosta, reciclando nutrientes. Al comer esas plantas, explica, fomentan la competencia, lo que promueve la biodiversidad y puede prevenir la invasión de especies indeseables.

En ausencia de pastoreo, las plantas pasan más rápidamente de su etapa vegetativa (después de la germinación), donde ocurre la mayor parte del crecimiento, a la floración, después de lo cual se lignifican, o se vuelven marrones y finalmente mueren. El ganado mantiene las plantas más verdes por más tiempo, lo que fomenta un mayor crecimiento de las raíces.

Hasta aquí todo bien, y es más o menos lo que todos repetimos citando a Ernesto Viglizzo, cuyo trabajo para la Fundación Producir Conservando es una referencia contundente.

Pero el quid de la cuestión es cuánto carbono pueden secuestrar. ¿Suficiente para hacer que la carne sea neutral en carbono?

“Me resulta difícil hablar con la gente sobre la carne sin emisiones”, dice Stanley. ¡No hay ningún estudio serio que diga cuánto carbono secuestra la carne!.

Reconoce que hay artículos que modelan e hipotetizan sobre cuánto carbono puede secuestrar el ganado. “Pero soy empirista, y los modelos tienen una molesta tendencia a reflejar las creencias de los modeladores”.

Ella y sus coautores lo hicieron en Michigan, en el norte de los EEUU, utilizando una técnica llamada «pastoreo adaptativo en potreros múltiples» (ni más ni menos, un rotativo), en la que los animales se mueven para imitar el movimiento de los rumiantes salvajes, y descubrieron que el carbono secuestrado por los novillos superaba el carbono emitido por sus animales.

Stanley advierte que esto es solo en la etapa final y, por supuesto, este es un sistema experimental y no de producción. Y dice que otros investigadores han informado cantidades similares de carbono secuestrado, alrededor de 3 toneladas por hectárea.

Eso es mucho carbono, y nos pone contentos… Pero hay algunas otras consideraciones.

Para empezar, está el uso del suelo. Los animales de pastoreo en Michigan requirieron más del doble de tierra que los animales terminados en corrales de engorde. Cualquier sistema que requiera el doble de tierra significa que tenemos que apropiarnos de más tierra para la agricultura en otro lugar. La deforestación puede superar las ganancias de carbono del pastoreo, y ese es un costo que no se tiene en cuenta en la ecuación en la mayoría de estos estudios.

Stanley señala que no hay mucha investigación sobre cómo cambiando parte de la producción a pasto afectaría el uso de la tierra en otros lugares, y es difícil predecir esa relación.

¿Dónde nos deja todo esto? 

La carne neutral en carbono es absolutamente una posibilidad. Pero para que funcione, tendría que estar basado en el secuestro de carbono medido, no modelado. Pero los ganaderos y los científicos están trabajando en ello, y creo que la aguja se moverá más pronto que tarde. Por ejemplo, la plataforma Puma, en un acuerdo con Agrology y Viterra, que debieran tomar esta cuestión como un leit motiv.

Clarín