jueves, marzo 28, 2024

Opinión

OPINIÓN: De negros, insumisos y discursos de odio

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Por Victoria Donda

“Negros. Dulces y dóciles. Mansos, humildes y amables. Tengan cuidado el día que cambien de parecer” Langston Hughes

Que son negros. Que lo que cantan no es poesía. Que la música suena a tacho. Que no entienden las letras de Los Redondos. Estos y otros estigmas aparecen cada vez que los festejos populares desbordan una plaza, un centro cultural o que se expresan en la calle en época de Carnavales.

En esta línea, la periodista Viviana Canosa, en ocasión del show que diera L-Gante en Tecnópolis el mes pasado, en su cuenta de instagram se refirió al público que participó del show como “sumisos, pasivos, pobres y brutos”. Expresiones como esta configuran un discurso de odio congruente con los lugares, las jerarquías y los roles sociales que históricamente han estructurado nuestra sociedad en base a la idea de raza: supremacía racial blanca/inferioridad racial negra.

Para ayudarnos a entender lo que despierta L-Gante en ciertos sectores podemos utilizar el término “Negro Aceptable”, expuesto por la directora afroestadounidense Ava DuVernay en la serie-documental “Colin en blanco y negro”:

“A través de los años, han habido programas populares de televisión protagonizados por negros. Estos programas tienen como personajes negros arquetípicos, incluyendo a marginados sociales que se asimilan y se conforman (…). A los blancos les encanta desde cómo se visten, cómo hablan, hasta cómo bailan. No es nada amenazador, son conocidos por el término “Negro Aceptable”. El Negro Aceptable es un personaje negro con caracteristicas blancas, que hace sentir cómodos a los blancos. El Negro Aceptable es una creación del hombre blanco.”

En este sentido L-Gante no es un Negro Aceptable porque rompe con ese lugar que la «sociedad» le asigna por ser un joven racializado y de un barrio popular. L-Gante es un negro exitoso y “sin miedo al éxito”, como dice él; que comenzó su carrera musical con una computadora del programa Conectar Igualdad, que no olvida de dónde viene ni para quién compone. Su poesía es “cumbia 420 pa’ los negros” y no quiere conformarse ni asimilarse, en sus palabras: “no quiero ser concheto, quiero ser millonario”.

El desafío es descubrir la dominación que existe de un grupo sobre otros y cómo cualquier tipo de alteración de ese orden establecido, que dicta qué es lo aceptable y qué no, genera respuestas negativas en los sectores de poder y privilegio, evidenciado en los discursos de odio.  Tratar de “sumisos, pasivos, pobres y brutos” a los sectores populares habla de la vigencia de la histórica dicotomía “civilización o barbarie”, sustentada en el racismo estructural, sobre el cual, a su vez, se construyen y reproducen los discursos racistas.

Existen comunicadores abocados a legitimar y naturalizar discursos de odio a los negros con derechos, insumisos y exitosos como L-Gante. Y también existen políticas públicas como Tecnópolis que permite que miles y miles de chicos y chicas con sus familias accedan a un show gratuito, popular, de calidad y canten el abecedario con L-Gante, que se parece a ellos y es exitoso.