Por G.R.Sturla
grs@telpin.com.ar
Podría titularlo como “ELLOS Y LOS SUYOS en el país de las maravillas”. Tal vez por haber vivido siempre bien, o con ínfulas de grandeza, o haber hecho buenos negocios inmobiliarios en plena dictadura, o haber conocido poco a los “pobres y a los negros”; según propias expresiones; o pensar que, su verdad es la única verdad.
Resulta muy triste observar informes de países extranjeros sobre el hambre, la pobreza y la miseria en nuestro país. Indiferencia, pauperismo, desnutrición, son signos muy visibles en la Argentina de hoy.
Tanto es así que, ni el propio oficialismo cree en las cifras del INDEC manejado por seguidores fieles…; fieles a engaños y mentiras.
A contramano de las falacias, cada vez hay más gente necesitada, más viviendo en las calles, más zombies deambulantes, más revolvedores de basura, más consumidos por el paco y otras yerbas, más, más y más indecencia y hechos penosos.
Llevan 6 años de gobierno y seguimos mirando para atrás; un pasado que fue en su momento defendido y elogiado por ellos mismos, como la década de los noventa, por ejemplo.
Eso sí! sigan dando pescado en lugar de una caña y enseñar a pescar, y sigan confiando en el clientelismo y la bastardez de los punteros políticos.
Pero, a decir la verdad, hace bastantes años que la realidad política argentina está caracterizada por la corruptela de muchos gobernantes.
Al condimento le agregamos cada vez más feudalismo, más patoterismo, más piqueterismo, más rencor y más mentiras para la “gilada”.
Me avergüenza comparar como actúan y que resultados obtienen otros presidentes vecinos que son de izquierda…¡PERO DE VERDAD!
Bachelet Chile a 1 mes de culminar mandato, 80% de imagen positiva. Lula, Brasil, culminando segundo período, 80% imagen positiva.
Tabaré Vázquez, Uruguay, culminando mandato, casi 70% imagen positiva. ¿Cuánto y cómo miden los nuestros?
La fundamental diferencia radica entre un pensamiento de izquierda, con bases en la realidad y abierto al mundo versus una izquierda de pacotilla y sólo declamada sin autoridad moral ni respeto por los propios archivos de automemoria y referenciales.
Los autoproclamados “progres” vernáculos, no son sinónimo de progresismo auténtico. Son exactamente todo lo contrario y atentatorios contra el concepto democrático al que dicen defender.
El fundamento del “gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo” no puede ser aplicado a aquellos que sólo usan la palabra “pueblo” para sus intereses personales y de poder a ultranza.
Pan y circo, fútbol, atriles, discursos, afrentas y palabras vanas sólo sirven para matar al mensajero, que obviamente, no es responsable del mensaje que lleva.
Y el mensaje de la Argentina de hoy es realmente lamentable.
Un país inseguro, con bases de narcocriminalidad, fronteras colador, hechos de corrupción, flojo concepto de autoridad y demasiados mercachifles institucionalizados.
Una república con poco respeto por la división de poderes y abundantes “levanta manos” automáticos y decadentes.
Una nación que tendrá que hacer ingentes esfuerzos éticos para renacer de sus cenizas y de su propia historia.
Amigo, vecino, conciudadano, compatriota, recuerde muy bien que ¡Quién calla otorga!