El jefe de la organización criminal Cosa Nostra estaba huido de la justicia desde hacía 30 años
Matteo Messina Denaro, el capo mafioso más buscado de Italia, el último gran líder de la Cosa Nostra, ha sido arrestado este lunes en Palermo (Sicilia).
El mafioso, de 60 años, llevaba 30 fugado de la justicia y era considerado el último eslabón de la vieja organización que puso en jaque a todo el país en los años ochenta y que cometió los atentados más sanguinarios.
Las primeras informaciones señalan que ha sido detenido mientras desayunaba en un bar antes de entrar a una clínica privada especializada en oncología donde estaba sometiéndose a algún tipo de terapia, según ha apuntado el comandante de los Carabinieri, Pasquale Angelosanto.
El mafioso se había registrado en la clínica bajo el nombre falso de Andrea Bonafede. Y como siempre ha sucedido en la Cosa Nostra, el capo no necesitó huir a países exóticos y lejanos para evitar su detención durante tres décadas.
Según parece, siguió siempre viviendo cerca de su casa en Castelvetrano (Trapani) y no opuso resistencia cuando fue abordado por los agentes.
Messina Denaro es autor de una cincuentena de homicidios —incluidos niños y mujeres embarazadas— y de los atentados más sangrientos de la Cosa Nostra en los años noventa del siglo pasado.
Su caza se había convertido en una cuestión de Estado y una prioridad absoluta para la las fiscalías Antimanfia de todo el país.
Messina Denaro, también apodado U’Siccu (El Seco) o Diabolik, era un fantasma desde que en 1993 se esfumó tras unas vacaciones en Forte dei Marmi (Toscana) cuando ya pesaban sobre él acusaciones y condenas por delitos de asociación mafiosa, atentados, robos, tenencia de explosivos o una cincuentena de homicidios.
El capo pertenece al clan y a la época en la que la Cosa Nostra comenzó una escalada de atentados en los que fueron asesinados, entre otros, los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, o el general Carlo Alberto dalla Chiesa.
Entre sus víctimas, además, también hubo un niño de 13 años, hijo de un mafioso, al que disolvieron en ácido nítrico tras un secuestro de 779 días para evitar que su padre colaborarse con la justicia.
Hasta hoy vivía en la clandestinidad. De hecho, tiene una hija nacida en 1996 a la que jamás ha visitado y que ha preferido alejarse de su familia.
En el momento del arresto, la gente que estaba en la calle ha comenzado a aplaudir y a gritar a modo de celebración.
La historia de Messina Denaro era una herida abierta para todo el país. Un fracaso del Estado y una tortura emocional para las víctimas.
La primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, no tardó en expresarse al respecto. Cualquier presidente del Consejo habría querido poder hacerlo durante su mandato.
“Es una gran victoria del Estado, que demuestra que no hay que rendirse ante la mafia. Al día siguiente del aniversario del arresto de Totò Riina, otro capo del crimen organizado ha sido entregado a la justicia”.
Pero después de 30 años fugado, y detenido en su región de nacimiento, algunos ponen en cuestión ahora que pueda venderse su detención como una gran victoria del Estado.
Los Messina Denaro son de Castelvetrano, en la provincia siciliana de Trapani. Pero él siempre fue visto como el último integrante de los corleoneses, el clan que comandó Totò Riina y que tuvo en jaque a toda Italia con una guerra interna que dejó unos 1.700 muertos y el éxodo de varias familias a EE UU en los años ochenta.
Su detención liquida definitivamente la triada que gobernó el crimen organizado durante esa época y que formaron Bernardo Provenzano (detenido en abril de 2006) y el propio Riina, considerado el capo de capos y su gran padrino corleonés (fallecido en un hospital penitenciario en 2017).
Riina, de hecho, siempre vio en Messina Denaro al más listo de sus ahijados, pero le afeaba desde la cárcel que se ocupase más de sus negocios que de la Cosa Nostra. Messina Denaro Siempre fue un verso libre, nunca quiso enredarse en los asuntos de otros.
La captura del último gran capo, que sufría estrabismo y según el rastro de la investigación estuvo en Barcelona en 1994 para operarse en la clínica Barraquer, era la gran obsesión del Estado italiano.
La policía no había vuelto a verle desde 1988, cuando fue interrogado como testigo en la comisaría de Castelvetrano y aseguró que era un simple agricultor.
Desde hacía años se estrechaba el círculo sobre el fugitivo, pero nadie hablaba, nadie daba pistas claras. Y el paso del tiempo invitaba a pensar que quizá habría muerto.
La policía detenía regularmente a empresarios, políticos o magistrados acusados de formar parte de su red delictiva. Giuseppe Grigoli, considerado el rey de los supermercados en Sicilia, fue detenido en 2013 por sus vínculos con el capo.
Le confiscaron 12 empresas y 700 millones de euros que conducían al jefe mafioso.
Pero era solo una parte de los negocios del capo. Los intereses de Messina Denaro abarcaban también el sector inmobiliario en el norte de Italia, la energía eólica en toda la isla y las apuestas online.
El País, España