Las nuevas tecnologías al servicio del medio ambiente van de la mano con la transición hacia nuevos modelos de negocio, el desarrollo de métodos de producción innovadores y diferentes y el fortalecimiento de la lógica de la economía circular y de la necesidad de su implantación.
La economía del futuro
El modelo al que apunta la economía circular tiene un objetivo muy claro: garantizar una producción constante y fluida de bienes y servicios, pero reeducando al consumidor con el fin de que cambie su forma de consumo, con el fin de evitar la proliferación de los desperdicios y el malgasto de los recursos, ya sean finitos o no.
Este modelo es el que la Unión Europea pretende que sea la tónica general en todos los países miembros y es el que se opone a los actuales modelos de producción y consumo lineales, que consisten en valerse de las materias primas, para generar un producto que tiene una vida útil de consumo determinada (a veces predeterminada), al final de la cual se procede a desechar; más conocida coloquialmente como ‘use y tire’.
El modelo de economía circular pretende garantizar que, al mismo tiempo que se producen los bienes y servicios que requieran los usuarios, se limita el consumo de los mismos y se evita el desperdicio y/o mal uso de las materias primas y de recursos tales como las fuentes de energía, los suelos, el agua, etc.
Menos residuos
En términos de prácticas organizacionales, sociales y ambientales, estos métodos involucran: una mejora sustancial a la hora de prevenir la generación de residuos, puesto que, el objetivo es actuar antes de que estos se produzcan, aplicando un conjunto de medidas al diseño, a la distribución y al consumo del bien y una gestión de los detritos que lo reinyecta en el ciclo económico mediante la promoción de la reutilización y el reciclaje.
Este tipo de método de producción tiene numerosos y notables efectos positivos sobre el medio ambiente. Una de las mayores implicaciones y mejoras del modelo es que promueve el desacoplamiento gradual del crecimiento económico del consumo masivo de materias primas.
¿Límites de las tecnologías verdes?
Estas tecnologías podrían tener un ‘efecto rebote’ que ha sido objeto de un largo debate, especialmente con referencia a la economía energética. La cuestión es, si se puede esperar una reducción proporcional del consumo total de energía que se deriven de las mejoras económicamente rentables, que aumente la eficiencia técnica, es decir que, si se mejora la eficiencia energética en un 15%, ¿ello implica un ahorro real del 15% del consumo?
Tipos de efecto rebote
Directos:
la mejora de la eficiencia energética reducirá el precio del servicio correspondiente, por lo que debería dar lugar a un aumento en su consumo, que tenderá a compensar la reducción de la energía que provocó la mejora en la eficiencia.
Indirectos:
la variación de los precios de la energía puede generar cambios en la demanda de otros servicios, bienes y factores de producción, especialmente en aquellos que requieren una mayor cantidad de energía para su suministro.
Globales:
la variación de los servicios energéticos puede modificar el precio de los bienes intermedios y finales de toda la economía, que necesitará realizar un ajuste de precio y cantidad. Según el sector afectado, las materias primas empleadas y el tipo de modificación de precios, los mismos se verán beneficiados o perjudicados.
Por lo tanto, el efecto rebote técnicamente afectará al consumo de los servicios energéticos tras una mejora en la eficiencia técnica de la prestación de estos servicios. El grado de este efecto podría incluso afectar a las medidas políticas destinadas a fomentar el desarrollo de nuevas tecnologías al servicio del medio ambiente.
Fuente: Energías Renovables