El fútbol argentino vuelve a vestirse de luto por la noticia de la muerte de Carlos Timoteo Griguol, fallecido a los 86 años tras permanecer internado durante casi un mes luego de contraer Covid-19.
El «Maestro», como lo bautizaron por su particular estilo para transmitir un modo de vivir el fútbol y no sólo, había recibido la primera dosis de la vacuna contra el virus en febrero, pero su cuadro obligó a su internación el 12 de abril.
Complicaciones respiratorias provocaron el triste desenlace y la noticia de su deceso fue confirmada hoy por su yerno, el ex futbolista Víctor Marchesini.
«Se nos fue Timo. Gracias por todo, viejito. Te vamos a extrañar», comentó el ex zaguero que fue campeón con Ferro Carril Oeste al mando de quien luego se convirtiera en su suegro y del que fue, además, ayudante de campo en Gimnasia y Esgrima La Plata.
Un club, este último, que hoy también lo llora como lloró el fatídico 25 de noviembre la muerte del ex campeón mundial Diego Maradona, que supo entrenar hasta que la salud se lo permitió al plantel «tripero» tres veces subcampeón del fútbol argentino de la mano de Griguol.
Timoteo había llevado a la cima a Ferro Carril Oeste, con el que se consagró campeón en 1982 y 1984 después de haber logrado el título como técnico de Rosario Central también en el torneo Nacional de 1973 y antes de conquistar la Copa Interamericana con River Plate en 1987.
Su paso por el club «millonario» fue bastante breve pues su estilo de juego, que privilegiaba el orden, la táctica y la estrategia que alguna vez confesó se inspiraba en los equipos de Ferro Carril Oeste que León Najnudel llevó a la cima del básquetbol nacional, no era del «paladar» de los fanáticos de River y Griguol decidió que lo mejor era volver a sus orígenes.
Tras su segundo período con Ferro, no tan feliz como el inicial, vivió su mejor etapa en Gimnasia y Esgrima, club al que regresaría en el nuevo milenio tras una experiencia en el español Betis y al que también volvería en el cierre de su carrera después de un breve paso por Unión de Santa Fe.
Griguol, que tenía ese humor tan característico de su natal provincia de Córdoba, en el centro del país, supo jugar durante 12 temporadas en Atlanta y en Rosario Central y fue campeón sudamericano con la selección «albiceleste» que alzó el título como anfitriona en 1959.
Sus mejores anécdotas, sin embargo, se remontan a sus tiempos como entrenador, rol en el que se destacó porque cumplía casi el papel de un padre, según recuerdan varios de sus ex dirigidos.
Su bajo perfil contrastaba con sus logros dentro y fuera de la cancha. «Era un adelantado», afirma el ex DT y hoy comentarista televisivo Carlos Aimar, que fue campeón como jugador en Rosario Central al mando de un Griguol, de quien luego llegó a ser ayudante de campo.
Timoteo es sinónimo de Ferro Carril Oeste, club que en su sede del coqueto barrio de Caballito le erigió una estatua que él mismo inauguró emocionado en 2016 y también bautizó la pensión para sus futbolistas en su honor.
Por sus manos en aquel equipo bicampeón del fútbol argentino pasaron muchos jugadores que luego decidieron seguir sus pasos y se convirtieron en entrenadores, como Gerónimo «Cacho» Saccardi, también fallecido, y Héctor Cúper, ex DT Huracán, Lanús, Inter de Milán, Valencia y las selecciones de Georgia, Egipto y Uzbekistán, entre otros, por citar algunos ejemplos.
Oscar Acosta, otro de sus ex dirigidos, recordó que Griguol siempre les aconsejaba invertir bien el dinero ganado para no pasar sobresaltos al final de sus carreras, pues por entonces los salarios de los futbolistas distaban bastante de ser los de hoy.
«Pibe, agarre la plata (dinero) y cómprese un departamento», les decía, relata Acosta, quien confesó que alguna vez pasó por la puerta de la sede de Ferro Carril Oeste con un flamante automóvil nuevo y tuvo que esconderse para que el entrenador no lo viera y lo retara.
No sólo eso, también los presionaba para que completasen sus estudios e incluía consultas con psicólogos en tiempos en los que la intervención de esos especialistas en el fútbol incluso era mal vista, a diferencia de lo que sucede en la actualidad.
Por eso muchos lo recuerdan hoy como un innovador, como un hombre que trascendía sus funciones como entrenador para hacerse cargo por sí mismo de detalles como el mantenimiento de los campos de juego, pero por sobre todo como una gran persona y un mejor consejero.
Respetado y querido, el mundo del fútbol recuerda hoy con una mezcla de dolor y cariño merecido a quien dejó su huella y forma parte de la historia del deporte más popular del planeta.
Por eso Griguol sobrevivirá a su propia muerte, tal como sucedió hace apenas algunos días, el 26 de abril, cuando sus familiares debieron desmentir públicamente su deceso, tomando por sorpresa a la propia Asociación del Fútbol Argentino (AFA), que rápidamente debió cancelar un mensaje de condolencias publicado minutos antes. Hoy, lamentablemente, no hubo desmentida. (ANSA).