Corea del Norte ha realizado a primera hora de este sábado una prueba de lanzamiento de un misil desde una región al norte de la capital del país, Pyongyang, según han declarado fuentes militares del Corea del Sur, desafiando la intensa presión de los Estados Unidos y China, su principal aliado.
La agencia surcoreana Yonhap ha explicado que el misil ha fallado segundos después de su lanzamiento y no ha facilitado detalles sobre el tipo de misil ni su objetivo.
Por su parte, la Casa Blanca se mantuvo distante. En un comunicado dio por confirmado la prueba balística y detalló que el presidente había sido informado. La prueba llegó en un momento de máxima tensión.
El presidente Donald Trump ha alertado del riesgo de un “gran, gran conflicto” y su secretario de Estado, Rex Tillerson, ha pedido ante el Consejo de Seguridad de la ONU una acción global para evitar “consecuencias catastróficas”. “El riesgo de ataque nuclear a Seúl o Tokio es real y es solo una cuestión de tiempo que Pyongyang desarrolle su capacidad para alcanzar tierra estadounidense”, ha dicho Tillerson. “No actuar ahora puede traer consecuencias catastróficas.
Todas las opciones para responder a una provocación futura están sobre la mesa”, añadió el secretario de Estado.La carrera balística de Pyongyang es vista como un problema de seguridad de primer orden en Washington.
Desde hace 20 años, el régimen de Pyongyang está enfrascado en la obtención de un misil intercontinental. Hasta ahora no lo ha conseguido, pero sí que ha desarrollado una bomba atómica de 30 kilotones (dos veces la de Hiroshima) y una potencia balística suficiente para amenazar a Corea del Sur y Japón.
La pasada semana el embajador de Pyongyang ante la ONU, Kim In Ryong, afirmó que la escalada con Estados Unidos crea “una situación peligrosa en la que una guerra termonuclear puede estallar en cualquier momento”.
“Si Washington opta por una acción militar, estamos preparados para reaccionar a cualquier tipo de conflicto”, señaló el diplomático en la ONU.
El vicepresidente Mike Pence, en su visita a Corea del Sur, dio por terminada la era de la “paciencia estratégica” la semana pasada y anunció que “todas las opciones estaban sobre la mesa”, incluidas acciones militares de castigo como las lanzadas en Siria y Afganistán.