Por Miguel Abálsamo
(Nota 2).
Lo positivo de escribir, hablar, pensar en el parque «Miguel Lillo» es que sigue abriendo paso al debate sobre un sector fundamental de la ciudad.
En los últimos días hubo declaraciones a favor de un parque público abierto a inversiones y modernización, por parte del actual diputado provincial de Cambiemos, arquitecto Roberto Rago, en igual sentido las opiniones de la actual edil del Frente para la Victoria ,Ana María Asa y el ingeniero Pedro Barbieri, un dirigente peronista quien es autor de un proyecto, junto a otros protagonistas, presentado y aceptado, e incluso brindado en conferencia de prensa, en ocasión de la candidatura a intendente (año 2007) del doctor Gastón Guarracino.
Ha sido grande el número de profesionales y dirigentes de diversos sectores institucionales del distrito que se muestran cercanos a la idea de discutir a fondo el futuro de nuestro parque «Miguel Lillo», sin preconceptos, fundamentalismos, y exageraciones de defensas a ultranzas, sin escuchar otras voces.
Hay un parque «Miguel Lillo» del SI, que comienza a aparecer en toda su dimensión.
Y también un parque del NO que sigue vigente como en toda su historia.
Un grupo denominado «Comisión de Educación Ambiental», compuesto por Celia Canales, Ana María Aravena, Nerio Bownani y Pino Mancino, salieron al cruce de aquellos que pretenden modernizar nuestro parque aduciendo que «pretenden lotearlo… tienen negocios inmobiliarios, no entienden nada, hablan por hablar», e incluso fueron más allá al afirmar que quieren en el futuro impedir el tránsito de los ciudadanos por la avenida 2 en el parque, negación a las nuevas obras de pavimentación de la Avenida 10, y oposición férrea al servicio cloacal.
Parecen ser los dueños de verdades imposibles de contrastar, como si las hectáreas fuera propiedad de una élite que decide sobre la vida de nuestro parque desechando otras opiniones, que ni siquiera merecen sus respetos.
La historia del «Miguel Lillo» no comenzó en el presente, arranca desde la expropiación de tierras a la familia Díaz Vélez, la fundación de El Vivero y Estación Forestal en marzo del 48, en una extensión de 485 hectáreas, trabajando con la escasez de recursos y en duras condiciones.
Bien se dice que no hay merito mayor que saber aprovechar las oportunidades en todas las cosas, y esto ha ocurrido con nuestro parque, no hemos podido, o tal vez nos falto las convicciones necesarias para avanzar construyendo nuevos caminos por sobre los transitados, que nos han impedido adaptarnos al crecimiento con una visión integradora plena.
En el caso del parque no parece verdad absoluta aquello…» las oportunidades no tocan dos veces a la misma puerta.
Las oportunidades tocaron varias veces, como varias veces las desaprovechamos, por cuestiones netamente locales o diferencias provinciales políticas que siempre han estado vigentes.
En la década del 50 y en los 60 estuvimos a punto de cambiar esta historia , por una u otra causa no se hizo realidad, dando paso a las siempre repetidas discusiones inconducentes, demasiada irracionalidad, dando por resultado encontrarnos en el presente con un parque en muy mal estado, sin generar atractivos, sin permitir el ingreso privado con control estatal, en lo que ha significado una involución en una ciudad que sigue perdiendo magnífica oportunidad para ensancharse hacía el sur con todo lo que esto puede conllevar de positivo.
El proyecto peronista que pudo haber cambiado la ciudad
En diciembre de 1948, gobernación peronista de Domingo Mercante en la provincia de Buenos Aires, se creo un Ente por Ley 5399, de forma autárquica, denominado Ente de Inversión, con una dirección a cargo del Consejo de Administración presidido por el presidente del Banco de la Provincia de Bs. As.,y seis miembros nombrados por el Ejecutivo bonaerense.
El proyecto planificaba hacerse cargo de concepciones urbanísticas y la tierra como uso social.
El mismo contemplaba para nuestro parque «Miguel Lillo» un barrio obrero-turístico para 500 familias, en un lote de 500 metros que fueron expropiados a la familia Díaz Vélez, ensanchando el ejido de Necochea sobre el acotado frente marítimo.
El proyecto se enmarcaba en un plan social-turístico, con aspecto visionario, poniendo freno a una anarquía de inversiones desordenadas que se llevaban a cabo en diferentes balnearios de la Costa Atlántica.
El Frente Costero a urbanizar incluía unos 4.000 metros por 500 de profundidad en el lote «Mar 4».
Construcción de un plan para 500 familias que darían vida a esa zona, con una infraestructura que proyectaba hotel-casino, acuario, teatro, anfiteatro al aire libre, velódromo, campo de aviación, cancha de golf y otros servicios.
Se llamó a concurso público para su realización, y los prestigiosos arquitectos Bonet y Hardoy resultaron distinguidos internacionalmente por el proyecto.
Todo esto quedó truncado por otro gobierno provincial peronista que resultó electo en 1952,y en reemplazo del Coronel Mercante asumió Carlos Vicente Aloe, recordado por su mediocridad y escaso nivel intelectual, quien derogó la Ley de creación del Instituto Inversor, frustrando lo que hubiese sido un cambio total para nuestra ciudad.
La gobernación peronista del señor Aloe nos detuvo el futuro del parque que había proyectado la gobernación peronista del Coronel Mercante, y con ello el fin de un proyecto urbanístico que de haberse concretado, otra sería la historia de nuestro pequeño lugar en el mundo.
En Los 60 Otra Oportunidad De La Mano De Hombres Notables
Pedro Arozarena, Fortunato Zabala Vicondo, profesor Enrique Balech, ingeniero Néstor Giuliani, Edgar Gatti, Osvaldo Mascardi, José Squadrone, entre otros habitantes de nuestro medio, cada cual reconocido por sus actividades en bien de la ciudad, conformaron en la década del sesenta la Asociación de Amigos del parque provincial «Miguel Lillo»,con el objetivo de estudiar seriamente las posibilidades futuras, unir diferentes puntos de vistas, fijar posiciones al respecto, establecer el punto de vista jurídico y técnico.
Luego de minuciosos estudios que llevaron varios meses, teniendo en cuenta la forestación y el clima, exponían ante la opinión pública una serie de obras a proyectar en nuestro parque:
«Queremos promover una cantidad de obras, diseminadas en el parque de acuerdo a un plan meditado. La primera, y ya se han obtenido los recursos necesarios, es un anfiteatro al aire libre con gradas que permitirán 1700 espectadores sentados. Propiciamos también la construcción de un auditorio y un lugar reservado como escenario natural para ballet.
Se levantará un lago artificial y fuentes de agua. Un jardín de rocas artístico, puentes artísticos, refugios para que la gente tenga fácil acceso a las playas. En el Jardín de Rocas el levantamiento de una biblioteca, hotel provincial y un Palacio para alojamiento de delegaciones extranjeras que nos visiten.
Un Jardín Botánico y un Zoológico.
Complementando un área para la práctica de equitación y un estadio para diversos deportes, además del Museo histórico regional, y un moderno acuario”.
En el mensaje final los prestigiosos vecinos manifestaban..» este plan no una utopía y su realización mucho más factible de lo que muchos piensan. Todo esta en marcha, dependen de ustedes…Necochea esta preparada para su realización máxima, colocando la ciudad en situación de privilegio, ninguna ciudad turística tendría estos atractivos…».
No creo que los señores mencionados, hablarán por hablar, odiarán nuestro parque, quisieran hacer un negocio propio o hubiese declararlos «personas no gratas», por el contrario, con aciertos y errores son parte de la historia de nuestro distrito.
Tuvimos dos enormes oportunidades, desde distintas concepciones ideológicas pero con un pensamiento en común, la visión de un futuro grande para la ciudad.
Sin embargo algo se colocó en el camino.
La quietud de los que quieren que nada cambie, los desconfiados de los innovadores, los envidiosos de los creativos, esa envidia que es declaración de inferioridad, los que sólo se aferran a sus ideas como si fuesen únicas e irrebatibles.
Los clásicos de la Necochea del NO.
Cuando nos preguntamos ¿qué nos pasa a los necochenses que no podemos crecer y el retroceso es permanente en muchos años?, comenzamos a encontrar una explicación tan sólo con una mirada sobre la historia y las oportunidades perdidas.
Todavía tenemos posibilidades de subirnos al tren que nos conduzca a lugares mejores, honrando a aquellos que fueron mucho más visionarios en ese pasado que nosotros en este futuro.
Es de esperar que las mayorías silenciosas comiencen a hacerse oír en muchos temas de la ciudad, en este caso sobre el futuro de nuestro parque.
Y aquellos que tienen en la historia un lugar reservado como dirigentes, empresarios, comerciantes, sindicalistas….es hora de tomar decisiones, como dijo el General San Martín…»animo, para los hombres de coraje se han hecho las grandes empresas….».
Necochea es una de las ciudades que tiene todo lo necesario para crecer y volver a ser la que alguna vez fue, una ciudad pujante, visitada por miles de turistas (recuerdo los tiempos donde se pedìa alojamiento porque los que habìa estaban desbordados y no alcanzaban para hospedar a un sin fin de visitantes que venìan a disfrutar de nuestra bella ciudad). Para ello hace falta un compromiso de todos, sentir amor por la ciudad, saber aceptar el disenso, ya que si cada uno de nosotros desde el lugar que le corresponde aportamos nuestro granito de arena llegaremos a propuestas interesantes.-
Hoy es tiempo de debatir que hacemos con el Parque Miguel Lillo, como nos apropiamos de ese maravilloso lugar para que no se detenga el crecimiento de la ciudad, ahora bien, NO pongamos palos en la rueda màs bien aportemos ideas, proyectos, etc. No serìa bueno volver a vivir situaciones como ocurriò con la cancha de hockey. Es necesario un PLAN INTEGRAL O ESTRATÈGICO para toda la ciudad. Abramos el debate YA por una NECOCHEA MEJOR»»»»
«modernizar nuestro parque» o «negocio inmobiliario»