jueves, diciembre 26, 2024

Ecología

Se sigue extrayendo petroleo sin medida

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Un estudio del ICTA-UAB lo confirma: las grandes petroleras siguen extrayendo combustibles fósiles como si no hubiera un mañana.

Pese a unos beneficios escandalosos, las siete grandes petroleras a nivel mundial recibieron durante 2022 un nuevo récord de dinero en subvenciones públicas al petróleo, gas natural o carbón. Según la Agencia Internacional de la Energía, un trillón de dólares de dinero público fueron destinados a la producción de estos combustibles fósiles.

A pesar del creciente discurso social y político a favor de la transición energética y la ecologización de la industria, las grandes empresas petroleras continúan confiando casi exclusivamente en los combustibles fósiles para perpetuar su función de obtención y concentración de energía.

Un estudio realizado por el Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universitat Autònoma de Barcelona (ICTA-UAB) pone de manifiesto que, lejos de apostar por nuevas fuentes de energía alternativas y sostenibles, las empresas no cejan en su empeño de ampliar sus operaciones extractivistas. Para ello, despliegan nuevas tecnologías y buscan lugares del mundo políticamente favorables para perpetuar la extracción de petróleo y gas.

La investigación, publicada recientemente en la revista científica Energy Research & Social Sciencese basa en el análisis de medio centenar de conflictos socioambientales provocados por la industria extractivista en todo el mundo documentados en el Atlas Global de Justicia Ambiental (EJAtlas) del ICTA-UAB.

El informe revela el importante coste social y ambiental de esta actividad industrial. “El incesante crecimiento de la economía mundial y la inevitable disipación de energía impulsan a las compañías de petróleo y gas a ampliar constantemente sus operaciones en las periferias mundiales para cubrir la demanda de las economías industriales”, comenta Marcel Llavero-Pasquina, investigador del ICTA-UAB y primer autor del estudio, quien incide en que dichas empresas siguen apostando por el petróleo y el gas debido a su alta densidad energética y a su fácil transporte y almacenamiento.

Las grandes petroleras siguen extrayendo combustibles fósiles como si no hubiera un mañana

La creciente necesidad de extracción de recursos fósiles exige la expansión continuada de las fronteras de extracción, y la explotación del medio ambiente y de las comunidades locales e indígenas de las zonas no industrializadas.

Esto da lugar a numerosos conflictos en los que las organizaciones locales luchan por la preservación de sus vidas, medios de subsistencia y cultura, mientras que las empresas defienden sus beneficios.

“Esto resulta evidente, por ejemplo, en los casos de conflictos generados por la empresa francesa TotalEnergies por la extracción de combustibles fósiles en el Sur Global, donde los pueblos indígenas luchan contra estas actividades tan perjudiciales para su entorno y forma de vida”, explica Llavero-Pasquina, quien señala que las petroleras se convierten así en vectores de una opresión que vincula a las sociedades que disfrutan de los beneficios de la energía con las que sufren los impactos de la extracción.

La investigación ha sido realizada en colaboración con los investigadores del ICTA-UAB Joan Martinez-Alier, Roberto Cantoni y Grettel Navas. Según Llavero-Pasquina, el análisis de estos conflictos socioambientales deja en evidencia cómo los estados occidentales y los gigantes privados del petróleo y el gas se benefician mutuamente.

“En el caso de TotalEnergies, se observa como las relaciones diplomáticas y militares francesas allanan el camino a la extracción petrolera en las antiguas colonias francesas. Se podría decir que, a través de la diplomacia del petróleo, la empresa extiende la influencia postcolonial francesa por el continente africano y más allá”, comenta.

Los resultados ponen de manifiesto que la “regulación medioambiental gubernamental por sí sola no obligará a las empresas de combustibles fósiles a cambiar de modelo de negocio, por lo que es necesario un cambio político más profundo que cuestione la naturaleza postcolonial y extractiva de los estados occidentales moderno para poner fin a la era de los combustibles fósiles”, concluye.

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