Los tiempos lógicos de encontrar sobrevivientes entre escombros y mampostería están cumplidos, empero quizás todavía sea posible algún milagro para aquellos que no están en la triste lista de más de 20 mil muertos en el terremoto que asoló Turquía y Siria.
Mucho más ahora, que las 72 horas que los rescatistas consideran como el plazo más allá del cual es casi imposible encontrar sobrevivientes bajo los escombros han pasado, pero la fuerza de vida consigue superar esa línea estadística incluso con temperaturas bajo cero y sin agua.
Y el milagro ocurrió para Mohammed, de 9 o 10 años, extraído con vida después de 80 horas de los escombros de un edificio de cuatro pisos derrumbado en el distrito de Elbistan en Kahramanmaras, lugar del epicentro del terremoto del 6 de febrero y que hasta ahora registró un total de 650 réplicas.
Frágil y deshidratado, con el pijama y los calcetines de rayas que lleva puesto desde aquella noche, pero ya con ese goteo que significa vida mientras se lo llevan en camilla.
Los aplausos de la multitud celebraron otro rescate milagroso en Belén, en la devastada provincia de Hatay. Los hombres de AFAD, la Autoridad de Gestión de Desastres de Turquía, desenterraron a una familia completa, padre, madre y tres hijos, después de 82 horas.
Beren, por otro lado, tiene seis años y fue sacado en Gaziantep por el equipo de la Fuerza Nacional de Respuesta a Desastres (NDRF), el organismo de respuesta de emergencia indio, que está colaborando con el gobierno turco en las áreas más afectadas.
Los videos de los móviles de los rescatistas devuelven las imágenes de los rescates imposibles que se viralizan en redes sociales y webs de todo el mundo y ya nadie piensa en pixelar las caras de los niños, imprescindible para una correcta y legal comunicación online.
Esos rostros asustados que en un instante se vuelven sonrientes cuando vuelven a ver la luz son la imagen misma de la belleza en el agujero negro que se ha tragado a miles de turcos, sirios y algunos desafortunados extranjeros.
Todavía no hay noticias de Angelo Zen, el empresario veneciano cuyos rastros se han perdido en Kahramanmaras, ni de la familia de seis personas de origen sirio pero con ciudadanía italiana cuya desaparición se supo recién ayer.
«Estamos en contacto con las familias y los bomberos están haciendo todo lo posible», dijo el canciller Antonio Tajani quien informa constantemente sobre el estado de la búsqueda y en quien la familia de Zen ha delegado la gestión de la noticia.
Mientras tanto, la ayuda a los sobrevivientes adquiere una forma más estructurada. Casi 30.000 personas han sido evacuadas de Kahramanmaras en autocar, tren y avión a instalaciones de alojamiento en varias partes de Turquía. Y también se han desbloqueado los primeros suministros a Siria.
El primer convoy humanitario con la insignia de la ONU pasó por el paso fronterizo de Bab al-Hawa hacia las zonas controladas por los rebeldes, pero las polémicas por las sanciones internacionales impuestas a Damasco en 2011 no han amainado, denunciadas hoy también por los misioneros salesianos según como «la solidaridad internacional se ha movilizado pero no siempre encuentra la manera de llegar a los destinatarios finales».
La ONU también reitera que la ayuda de emergencia en Siria, donde hay 11 millones de personas necesitadas de asistencia, «no debe politizarse». Y el secretario general, Antonio Guterres, anunció un llamamiento para el apoyo de los donantes a la población siria afectada. También se ha activado un mecanismo europeo, dijo la UE, para la ayuda humanitaria a Turquía y Siria.
Italia y Rumanía ya han presentado un plan que prevé el suministro de tiendas de campaña, sacos de dormir, colchones, camas, alimentos y ropa de invierno.
Una pequeña contribución también proviene de aquellos que han sido rescatados de los escombros.
«Haré café para todos», prometió una mujer de Antakya que estuvo enterrada durante 83 horas a los rescatistas que la rescataron de los escombros de su apartamento.
«Abuela, no te preocupes, sé que es muy difícil estar sin tu pequeña, pero ahora estoy aquí», dijo una niña turca de 12 años que perdió a su madre y a toda su familia, y se reencontró con su enferma abuela de 83 años. Historias de heroísmo ordinario.
(ANSA).