miércoles, abril 24, 2024

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EL MUNDO: Por qué enloquecen las materias primas con la invasión de Ucrania

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Por qué enloquecen las materias primas con la invasión de Ucrania.

La invasión rusa en Ucrania se sienta a la mesa. Los precios de algunas materias primas que consumimos a diario (como el trigo, maíz o la soja) están llegando a máximos históricos o niveles que no vemos desde hace una década. Lo mismo sucede con otros materiales relacionados con la industria (como el paladio, cobre, níquel y aluminio) o los energéticos, base de la economía moderna. El conflicto bélico ha puesto la guinda en un mercado en ascuas tras dos años de pandemia que ha producido interrupciones en el suministro, escasez en los inventarios, cuellos de botella en el transporte y paralización de la producción.

“En estos momentos, los precios de todas las materias primas son muy volátiles y su producción es incierta”, afirma James Maxwell, experto en commodities de la firma australiana Rural Bank. Dos de los índices de materias primas de referencia se han disparado en las últimas semanas. El S&P GSCI, que monitoriza la evolución de los 24 productos básicos más vendidos en el mundo, ha tocado su mayor nivel en los últimos 10 años. El Bloomberg Commodity Index —compuesto por 23 contratos sobre materias primas físicas, desde el crudo hasta el maíz, pasando por el aluminio o el gas natural— ha avanzado un 8% desde que comenzaron los ataques rusos a Ucrania, situándose en niveles no vistos desde 2014.

“Estamos presenciando movimientos históricos… La comunidad internacional está cortando una importante línea de suministro de energía, metales y cultivos”, afirma Olan Hansen, jefe de commodities en Saxo Bank. Rusia y Ucrania juegan un papel determinante en la agricultura global. Los dos países controlan más de una cuarta parte del comercio internacional de trigo, casi una quinta parte del maíz y, en conjunto, dominan el 52% del aceite de girasol del mundo. Ambos aportan un cuarto del comercio global de los cereales, según el Consejo Internacional de Cereales. Por eso, cuando la invasión rusa se concretó, los futuros del trigo en el mercado de Chicago, el de referencia, superaron los máximos históricos, alcanzados en 2008. Mientras, las cotizaciones del maíz y la soja tocaron su nivel más alto desde 2012.

El acopio mundial no se ha hecho esperar. Moldavia, Hungría, Serbia, Argentina, Indonesia y Turquía, y otras naciones más, ya han restringido la venta de algunos cereales para salvaguardar su suministro. Otros países se han puesto en vilo: Líbano (que compra el 90% del trigo que consume a los países en conflicto), Yemen y Egipto (grandes dependientes de los cereales rusos y ucranios). China ha movido ficha: ha levantado todas las restricciones al trigo ruso, limitadas debido a preocupaciones fitosanitarias. China ha sido un gran comprador de maíz ucranio. El país asiático adquirió 8,2 millones de toneladas de Ucrania en 2021, alrededor del 30% del total de sus importaciones. “Es probable que China sea el destino de una variedad de otros productos básicos rusos, dadas las sanciones occidentales”, advierte Warren Patterson, jefe de materias primas en ING.

“La temporada de siembra está a la vuelta de la esquina [con la llegada de la primavera], y si el conflicto se prolonga habrá un gran impacto negativo”, destaca Patterson. El Gobierno ucranio hace malabares para mantener su producción. El presidente, Volodímir Zelenski, ha dicho que esta primavera, como cualquier otra, se debe hacer una campaña de siembra en toda regla. “Se trata de la vida, de nuestra vida, de nuestro futuro”, ha mencionado. Por el momento, ha exonerado a los trabajadores agrícolas (que el año pasado produjeron una cosecha récord de cereales) de la obligación de participar en el servicio militar, lo que les permite continuar cultivando.

Por si fuera poco, los agricultores hacen frente también al aumento del precio de los combustibles y a la escasez de fertilizantes. Rusia es el principal exportador de urea y el segundo de potasa, y junto con Bielorrusia, el aliado del Kremlin, acapara el 40% del mercado de este último producto. La potasa no solo se utiliza en los fertilizantes. Es omnipresente en los supermercados: se usa en el vino, en la conservación de alimentos, en la industria del chocolate y en los alimentos procesados. La incertidumbre de la guerra, sin embargo, no termina allí. De igual forma, ha trastocado algunos metales industriales, claves en diversos sectores: desde la construcción hasta el automotor y la industria de los alimentos. El aluminio, con el que se hacen latas y diversos utensilios que empleamos a diario, ha marcado un récord histórico superando los niveles alcanzados en 2008. Y no es el único con presiones. “La guerra ha vertido petróleo a fuego lento en los mercados”, dice en una columna de opinión Andy Home, de Reuters.

FUENTE: El País España