Por Conrado Yasenza*
El 2 de marzo de 1990 Mauricio Macri llegó a la ciudad costera de Necochea, ubicada hacia el sudeste atlántico de la provincia de Buenos Aires.
Qué motivaba al entonces joven ingeniero egresado en la Universidad Católica Argentina y que había sido colocado por su padre, en el afán de lograr el ansiado ascenso social, como presidente de Sideco Americana, nave insignia del clan Macri y empresa constructora que fue emblema de la contratación de la obra pública en la Argentina, con ramificaciones en otros países como Venezuela.
Cuáles eran las intenciones que portaba aquel ingeniero -que se consagraría presidente 25 años más tarde-, que pensaba el mundo en términos de Francis Fukuyama – sin haberlo leído, tal vez – y entraba con bríos en la ola privatizadora del gobierno de Carlos Saúl Menem, ola que se transformó en marea bajo el decálogo de la reforma menemista del Estado que el ministro de Obras Públicas Roberto Dromi anunció con la célebre frase «Nada de lo que deba ser estatal quedará en manos del Estado”.
Así, el clan Macri con Sideco como mascarón de proa, pasó de ser parte del selecto grupo de la Patria Contratista a formar el núcleo de la Patria Privatista. Sideco se reconvirtió en un rizoma especializado en servicios vinculados a el agua, la energía y las comunicaciones.
Un puerto y un negocio. Esa es la respuesta. El puerto de Quequén; un puerto natural contenido por dos importantes escolleras, la Norte y la Sur, y uno de los principales puertos cerealeros de la Argentina. El negocio: un ambicioso Plan de Obras en dos etapas para el desarrollo del puerto con promesas de crecimiento económico, que incluía la privatización y un negocio redondo para Macri, pero fatal para los ciudadanos de Necochea.
Un poco de Historia
Como narra el arquitecto necochense Miguel Ángel Bayón en su libro «Puerto Quequén, la batalla perdida de Mauricio Macri», editado en 2016, “a poco tiempo de la asunción de Menen como presidente de los argentinos, llegan (NdR: a Necochea) dos delegaciones de Sideco Americana y Performar (NdR: Perforaciones petroleras), empresas presididas por Mauricio Macri, y se nos informa sobre la constitución de una Unión Transitoria de Empresas con el ingeniero R. Bevcic y Asociados para realizar una PROPUESTA DE REMODELACIÓN, OPERACIÓN Y MANTENIMIENTO DE PUERTO QUEQUÉN, con la que se pretendía imponer “su solución” para la inversiones necesarias”.
En las elecciones de 1983, el candidato del partido justicialista Domingo José Taraborelli se consagró intendente de la Municipalidad de Necochea. Bayón formó parte del gobierno municipal como director de Obras Públicas, y desde 1986 como Subsecretario de Planeamiento Desarrollo e Industrias. Desde este último cargo, como una forma de hacer frente a la grave situación económica y laboral que vivía el país, Bayón intentó promover la creación de fuentes de trabajo. Impulsó la formación de la Comisión Municipal de Industrias como un ámbito donde, además de intentar alguna solución con relación a las fuentes laborales y productivas, se pudieran discutir y coordinar los problemas que en general tenían los sectores vinculados a la actividad portuaria. Desde allí presentó el proyecto de Ordenanza al sucesor de Taraborelli en la intendencia, Horacio Alfredo Vidal (otro dirigente histórico del peronismo), para la conformación de la Comisión de Defensa y Desarrollo de Puerto Quequén, que fue aprobado por el Honorable Consejo Deliberante que lo designó presidente de la Comisión. La primera tarea fue un relevamiento de las obras necesarias para fijar prioridades que se denominó “Plan de Obras para Puerto Quequén”. La prioridad fue lograr una mayor profundidad del puerto a través de una draga internacional. Luego, junto a la Facultad de Hidráulica de la UNLP, se continuó con los estudios para prolongar la Escollera Sur.
Macri, Barra y la presentación de la Unión Transitoria de Empresas
El 10 de enero de 1989, como señaló Bayón, seis meses antes del derrumbe del gobierno de Raúl Alfonsín quien ya había puesto en marcha un plan de privatizaciones comandado por el ministro de Obras Públicas Rodolfo Terragno, la UTE capitaneada por Sideco Americana-Performar y el ingeniero Ricardo Bevcic, formalizó su presentación ante el Secretario de la Marina Mercante, Luis Alberto Siquot Ferré. Presentación que sería ratificada el 22 de agosto de 1989 con Menen ya como presidente, ante su viceministro de Obras Públicas, el abogado Rodolfo Barra (quien luego se desempeñó como ministro de Justicia) y, menos de dos meses después, el 14 de noviembre, ante el titular de esa cartera, Roberto Dromi. Para cuando se realizó la ratificación ya se habían sancionado las leyes de Reforma del Estado y de Emergencia Económica, con las cuales se sentaban las bases para las privatizaciones y la entrega del patrimonio económico del país a los grupos concentrados nacionales e internacionales.
La UTE realizó cinco propuestas ante las autoridades municipales, los sectores vinculados a la actividad portuaria y el periodismo local para generar el clima adecuado para el desarrollo del negocio. El diario local Ecos Diarios jugó un rol importantísimo para crear ese clima de consenso favorable, y fungió como órgano propagandístico de la oposición de la UCR a la propuesta menemista. También terciaron con tenacidad a favor de Macri y la UTE, el Canal 4 de televisión, perteneciente a la firma Gutiérrez y Palacios, que contaba en la figura de Claudio Lariguet un émulo de Mariano Grondona.
Algunas de las propuestas de Macri-UTE-Sideco
– “Realizar la prestación de servicios en todas las actividades que se encuentren involucradas en el Puerto de Quequén… mejorando el sistema operativo de base a la incorporación de nuevas obras de infraestructura y de tecnologías modernas…” La referencia de realizar la prestación de servicios en todas las actividades alertó a Bayón, presidente de la CDDPQ, sobre las intenciones monopólicas del grupo Macri.
– “Solicitan el otorgamiento de la Administración por el Sistema de Concesión de Obra Pública y la declaración a favor de la UTE de “autor de la iniciativa” conforme a los dispuesto por Resolución 1105/89. Asimismo, se prevé que la concesionaria perciba sus ingresos de los usuarios del puerto mediante peajes, derechos por mejoras y cualquier otro concepto que devengue de la prestación de la concesión… el importe que se recaude por dicho concepto deberá cubrir durante el plazo que dure la concesión (30 años) los costos y gastos devengados con motivo de la remodelación y los costos de operación, administración y mantenimiento del puerto…” Un dato muy importante en este punto y mediante el cual se avizora la trampa está contenido en este párrafo: “Respecto a los aspectos de financiación y demás alcances de la concesión son retenidos hasta avanzar en la propuesta, en razón de contener elementos que hacen al interés económico de la presentación”. Como advirtió Bayón, no es posible avalar una propuesta de la cual se desconocen los aspectos económicos y financieros.
– El plan de Obras que la UTE presentó y que constituían la compensación económica de la Concesión integral y en todas las actividades, constaba de dos etapas. La primera planteaba la realización de obras menores y que ya estaban realizadas, como “el dragado del Canal a 37 pies al cero, el Antepuerto a 32 pies y los sitios de atraque a 40 pies”; o la “remodelación del Elevador de la Junta Nacional de Granos para asumir el compromiso de embarcar 200.000 tonelada por día”, objetivo que como señala Miguel A. Bayón, estaba cumplido: Sólo en el sitio de atraque “era posible embarcar ese tonelaje en sólo 15 horas de trabajo”. Entonces, ¿dónde anidaba la estafa de la propuesta? Bien, la primera etapa constaba de obras ya realizadas por lo cual la segunda etapa del Plan de Obras estaba supeditada a la “evolución de la producción y el crecimiento granario”. Concluye Bayón que la realización de la obra más importante de la segunda etapa del Plan no estaba garantizada, y que era justamente la concreción de la Profundización del puerto a 42/45 pies junto a la extensión de la Escollera Sur.
Entonces, si las obras de la primera etapa ya estaban casi realizadas en su totalidad y las correspondientes a la segunda etapa quedaban condicionadas en la propuesta a la realización de la primera y a la evolución del crecimiento granario, el riesgo era entregar al Grupo Macri el Puerto de Quequén por 30 años sin que se realizaran las inversiones de 30 mil millones de dólares, que era la seductora promesa de Macri-Sideco Americana.
«La primera etapa constaba de obras ya realizadas por lo cual la segunda etapa del Plan de Obras estaba supeditada a la “evolución de la producción y el crecimiento granario”… «Si las obras de la primera etapa ya estaban casi realizadas en su totalidad y las correspondientes a la segunda etapa quedaban condicionadas en la propuesta a la realización de la primera, el riesgo era entregar al Grupo Macri el Puerto de Quequén por 30 años sin que se realizaran las inversiones de 30 mil millones de dólares, que era la seductora promesa de Macri-Sideco Americana.»
Propuesta alternativa
El 13 de febrero de 1990 la Comisión Municipal de Defensa y Desarrollo de Puerto Quequén elevó al Ministerio de Obras Públicas de la Nación una Propuesta Alternativa de Obras e Inversiones para Puerto Quequén. La propuesta alternativa logró resonancia a nivel local y nacional. Los integrantes de la CMDDPQ afirmaban no estar en contra de inversiones privadas que incrementaran las posibilidades de desarrollo del puerto, sino que buscaban garantizar las obras que como se dijo, no estaban garantizadas y constituían una posible estafa a cargo del presidente de Sideco, Mauricio Macri y en contra de los recursos económicos del Municipio.
Los funcionarios peronistas que debían defender los intereses de la comunidad de Necochea no lo hicieron, acoplándose a la estrategia “panquequista” de la época. El peronismo rebelde representado en ese momento por el Grupo de los Ocho apoyó la propuesta alternativa y estableció el nexo para que la CMDDPQ obtuviera una Audiencia con la Comisión de Obras Públicas de la Cámara de Diputados de la Nación. El resultado de la Audiencia fue la elaboración de un Proyecto de Declaración redactado por el Grupo de los Ocho solicitando la suspensión al Ejecutivo Nacional de toda tramitación relacionada con la concesión total o parcial de Puerto Quequén hasta tanto la Comisión Bicameral de Seguimiento de las Reformas del Estado se expidiera sobre el asunto en cuestión.
El 15 de mayo de 1990 se realizó en Necochea una Audiencia Pública de la Comisión; el 5 de junio la Bicameral dictaminó que la resolución 51/90 conocida como Resolución Dromi, que tenía en cuenta las “propuestas iniciadoras” de los grupos privados, se revocara y se llamara a una licitación pública. Finalmente, el dictamen de la Comisión Bicameral que llamaba a licitación pública, pero dejaba por cuenta del MOSP la decisión sobre si esa licitación era total o parcial (algunos sectores del puerto), desalentó a Sideco-Performar que olfatearon que competir con un plan de obras real propuesto por el Estado no era negocio.
A partir de 1992 tanto el Puerto de Quequén como el de Mar del Plata se provincializaron. El Puerto de Quequén se administra como Ente Autónomo por un Consorcio cuyo presidente lo designa el gobierno de la provincia de Buenos Aires y tiene en su directorio un representante por los gremios, otro por el municipio y uno por la Casa Central Exportadora. En el plano de la realidad objetiva, las multinacionales exportadoras direccionan las decisiones a su voluntad, situación que se acentuó con el retorno a la matriz económica agroexportadora, ese supermercado de materias primas en que se intentó convertir al país a partir de que aquel joven ingeniero de los 90 asumió la presidencia en diciembre de 2015.
En su libro, Bayón agregó que «todo lo que el Puerto necesitaba, entre otras cosas, un puerto eficiente y previsible, se logró con inversiones del Estado y el sector privado, sin necesidad de ninguna entrega integral y monopólica».
La batalla por el control de Puerto Quequén valió como antecedente histórico, uno más, de cómo el Grupo Macri, del cual el expresidente Mauricio fue parte, concibió tanto desde su faceta contratista como financiera-privatista y finalmente como operador de negocios desde ambos lados del mostrador (Grupo Macri- Estado- Presidencia), un modus operandi para desguazar al Estado y poner de rodillas a casi todo un país.
Esta nota se realizó a partir del libro del Miguel Ángel Bayón, «Puerto Quequén, la batalla perdida de Mauricio Macri». Agradezco la colaboración de Bayón, quien me facilitó su libro, y a Ricardo Luzarreta y Gonzalo Yasenza.
*Periodista. Director/Editor de la Revista La Tecl@ Eñe. Docente UNDAV