Joan Massagué
Por Xavier Pujol Gebellí – Barcelona
Cuatro genes se coordinan para facilitar la diseminación de un tumor desde la mama. Para que surja una metástasis, la diseminación de un cáncer, una célula tumoral debe realizar un largo y peligroso viaje y tiene que hacerlo en unas condiciones precisas para que su misión última, la formación de un nuevo tumor en un órgano distante, tenga éxito.
Esas condiciones, de acuerdo con los resultados de un estudio sobre el cáncer de mama liderado por Joan Massagué, dependen de la activación anómala de unos pocos genes. Gracias a ellos se forman nuevos capilares por donde escapa la célula tumoral del tumor primario y se abre paso hasta alcanzar el pulmón.
El equipo del investigador español Joan Massagué, director del programa de Biología y Genética del Cáncer en el prestigioso Memorial Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York (MSKCC) y director adjunto del Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona (IRB), ha identificado hasta la fecha un paquete de 18 genes fuertemente implicados en la aparición de metástasis.
De todos ellos, según su nuevo trabajo, la acción conjunta de tan sólo cuatro provoca al menos dos fenómenos esenciales para que las metástasis tengan lugar.
Por un lado, la formación de nuevos vasos sanguíneos alrededor del propio tumor y, del otro, la perforación de los pequeños capilares que proporcionan alimento y oxígeno a un órgano determinado.
En el estudio de Massagué, que hoy publica la revista Nature, los órganos afectados son las mamas y los pulmones.
Los cuatro genes estudiados dan lugar a la formación de sendas proteínas «bien conocidas», describía ayer Massagué en conversación telefónica. Se trata de la epirregulina, COX2 y de dos variantes de metaloproteasas que la célula excreta en su espacio exterior.
De estas proteínas era conocida su implicación en procesos inflamatorios y su presencia en procesos tumorales, pero se ignoraba el papel esencial que juega en la diseminación de tumores y, aún más, que se precisara de la actividad conjunta de todas ellas.
«Es como una caja de herramientas», ilustra Massagué. «Para hacer un agujero en la pared necesitas una escarpia y un martillo, pero ambos deben usarse conjuntamente».
La acción conjunta de estas cuatro proteínas provoca, según se ha visto en experimentos realizados en 738 tumores de mama humanos inducidos a ratones, la formación de nuevos vasos sanguíneos alrededor del tumor, fenómeno conocido como angiogénesis.
Gracias a estos nuevos vasos, el tumor se nutre de oxígeno y alimentos adicionales, factor que favorece su crecimiento. Pero estos vasos presentan algo así como una imperfección, son porosos.
A través de los poros escapan las células tumorales hacia el torrente sanguíneo.
«Sabíamos que por cada centímetro cúbico de un tumor agresivo [tamaño equivalente a un garbanzo] puede llegar a escaparse hasta un millón de células malignas», señala Massagué.
Lo que no se sabía era exactamente cómo ni cuáles eran los genes y proteínas implicados.
También se sabía que, una vez alcanzado el torrente sanguíneo, las células tumorales deben estar «suficientemente preparadas» para resistir la embestida del sistema natural de defensas y, en un momento dado, salirse del sistema circulatorio para anidar en un órgano distante.
El trabajo publicado por Massagué explica cómo la célula maligna se sale de los capilares que alimentan a los pulmones y propone claves para entender su resistencia en un medio tan hostil como la sangre.
De nuevo, es la acción conjunta de las cuatro proteínas lo que permite que una célula cancerosa se abra paso literalmente entre las células que forman la pared de un minúsculo capilar. Y lo que se ha visto es que lo hacen casi como resbalando entre las sustancias que cementan las células del capilar.
En otro trabajo, publicado en la revista PNAS, Massagué y científicos de otras instituciones y países exploran el papel de todo el grupo de 18 genes, que denominan la firma de la metástasis, en el crecimiento del tumor de mama y su extensión a los pulmones.
En el estudio de estos 18 genes, de los cuales el científico español vaticina que «más de la mitad podrían tener un papel «relevante», participará el investigador Roger Gomis, actualmente miembro del Laboratorio de Metástasis que el propio Massagué impulsa en el IRB de Barcelona. Gomis, junto con Cristina Nadal, ha participado en el trabajo que se refleja en el artículo publicado en Nature.
El viaje del cáncer
– La acción conjunta de las cuatro proteínas provoca, según se ha visto en experimentos realizados en 738 tumores de mama humanos inducidos a ratones, la formación de nuevos vasos sanguíneos alrededor del tumor- Los vasos son porosos. A través de los poros escapan las células tumorales hacia el torrente sanguíneo desde donde vuelven a salir en el pulmón- Cuando llega a un nuevo órgano, la célula anida. Las proteínas crean nuevos capilares y se produce un nuevo cáncer
FUENTE: «EL PAÍS»