viernes, abril 19, 2024

Castelli, Locales, Opinión

OPINIÓN: De goles con insultos vivimos hoy

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Por Juan Alberto Poteca

Hace años, que vivimos escuchando a relatores partidarios de un club, relatar, los goles propios y ajenos con exabruptos, palabras groseras e insultos.

La desfiguración de relato en su máxima expresión, apelando a vocablos y consideraciones reñidas con las buenas costumbres. Socavando el vocabulario y dando un mal ejemplo de conducta pública.

No nos olvidemos, que quienes trabajamos en los medios, todos sin excepción, somos formadores de opinión y marcamos, muchas veces, tendencias de conductas peligrosas y nocivas.

Puede que a personas les guste esta forma de expresarse, porque entienden que es un lenguaje actual y popular.

Los relatores de todos los tiempos estuvieron encuadrados en lo popular, quien lo puede negar.

De Luis Elias Sojit, pasando por Fioravanti «el maestro», siguiendo por Alfedo Aróstegui, Lalo Pelliciari, Bernardino Veiga, Alfredo Curcu, José Maria Muñoz, Juan Carlos Morales, Eugenio Ortega Moreno, Rubén Torry, Víctor Hugo Morales, Roberto Moreno y muchos narradores más, algunos de ellos con una verba excepcional y un manejo del idioma espectacular, en tantos otros con una carga de emociones fantásticas, pero todos ellos dentro del recato al que el medio nos obliga.

La radio, la TV, hacen a la cultura de un pueblo y deben exigir el respeto por las buenas costumbres y una de ellas, es el cuidado del idioma y el vocabulario.

Alguna vez con el resultado 3-1 en favor de Boca sobre Gimnasia y Esgrima La Plata, restando 3 minutos para finalizar el partido y con dos de descuento, de golpe nos «desayunábamos» que el resultado era 3-3 y con un insulto como broche.

O sea, el relator había casi ocultado los goles platenses y como frutilla de ese amargo postre, un exabrupto coronaba el trabajo de Fantino.

En varias ocasiones, ante una racha adversa de River Plate ante Boca, Costa Febre se despachó con una descarga de malas palabras por los transpié «millonarios».

Ejemplos de relatores de menor monta, en radios identificadas en campañas de todas las categorías, han caído en la exageración del elogio y en la grosería del insulto con facilidad.

Sin dudas, esas manifestaciones contribuyen a generar un estado de ánimo en el oyente, que suele traer consecuencias no deseadas. No solo malas ocurrencias, también en muchos casos, desinforman al escucha.

Esto viene a cuento, porque escuchando la grabación del relato del colega Mollo, en el partido de Boca ante Estudiantes y como resultado de los dos goles del » pincha ratas», utilizó términos, por decirlo elegantemente, no adecuados para calificar los errores de la defensa boquense.

Nadie habla de censurar opiniones, por el contrario, si en cambio de ser cuidadosos con la palabra. Bueno sería que nos obligaran a respetar la comunicación con la gente. Repito, los medios audiovisuales, a través de sus referentes de aire, tienen responsabilidad en el uso de las palabras.

La mala comunicación, no solo mal forma, también es generadora de sentimientos hostiles, que en una sociedad tan sensibilizada, puede ser generadora de reacciones peligrosas.

Muchas veces, se busca en el relato una épica prefabricada y no producto de la impronta que genera un partido de fútbol. Algunos van preparados con un libreto a volcar en alguna jugada.

Se nota y los hace perder de la esencia del hecho y en otras, a perder la cabeza, cuando el fanatismo los invade. Otros intentan ganarse el afecto de la gente, con la desmedida pasión del hincha de los colores que sigue.

Recuerdo la editorial de la revista El Gráfico, cuando se produjo la muerte del inolvidable Bernardino Veiga.

Esas líneas están siempre en mi memoria y dicen:

«Curioso, Bernardino siguió la campaña de Boca Juniors por más de 20 años, sin embargo, fue querido y respetado por todas las hinchadas. Es que la dignidad no sabe de colores, se sustenta en las personas y Bernardino era una persona digna».

Que además, relataba los goles de los rivales de Boca y uno sabía quien lo había marcado. Por supuesto, no era tan apasionado y prolongado como el gol de Boca, pero surgía sonoro y emotivo de su privilegiada voz.

No comparto aquello que los tiempos han cambiado. Si por cambio entendemos, que los goles con insultos son la actualidad, nos damos cuenta que algo anda mal.