A partir de ahora todas las parejas chinas podrán tener dos hijos, si así lo desean, aunque muchos ni se lo plantean.
El Partido Comunista ha puesto fin a la política del hijo único, instaurada en 1979 para reducir los problemas de superpoblación.
La reforma, destinada a frenar el envejecimieno de la población, ha sido anunciada el mismo día que el régimen comunista ha aprobado su XIII Plan Quinquenal para el periodo 2016-2020.
De no ser por estas estrictas medidas de planificación familiar, China tendría hoy más de 1.700 millones de habitantes, en vez de los cerca de 1.400 millones actuales.
Entre los beneficios de más de tres décadas de esta política democráfica, Pekín destaca la mejora de la renta per cápita, la esperanza de vida (actualmente de 75 años), el acceso a la educación de más personas o la disminución de la pobreza.
Pero además del ya citado envejecimiento de la población, la política de hijo único provocó abortos selectivos, el abandono de niñas, el desequilibrio entre sexos, el tráfico de bebés, esterilizaciones y abortos forzosos.
Se estima que China dejará de ser el país más poblado del planeta hacia 2025, cuando será superada por la India.