Por Guillermo Rubén Sturla
grs@telpin.com.ar
Prólogo: Un tal Tato Bores, dijo alguna vez…
“¡Qué país! ¡Qué país! ¡No me explico por qué nos despelotamos tanto… si ¡éramos multimillonarios! Ud. iba y tiraba un granito de maíz y le crecían diez hectáreas”.
“Sembraba una semillita de trigo y obteníamos una cosecha que había que tirar la mitad al río porque no teníamos donde meterla.”
“Compraba una vaquita, la dejaba sola en el medio del campo y al año tenía un harén de vacas. Créame, lo malo de esta fertilidad es que una vez, hace años, un H de P sembró un almácigo de boludos y la plaga no la pudimos parar ni con DDT.
Aunque la verdad es que no me acuerdo si fue un H de P que sembró un almácigo de bolu…, o un bolu… que sembró un almácigo de H de P.”
En lo personal adhiero al último párrafo.
El prefijo “hipo” significa “poco, menos, insuficiente”. Como concepto general podemos sentir a la hipocresía como baja calidad de credibilidad, insuficiente confianza en la buena fe, idea de falsedad en el accionar y el pensar.
Por supuesto que en la mayoría de los casos supone una gran subestimación de la inteligencia ajena.
A ser sinceros en la historia política argentina la hipocresía ha sido moneda vulgar y corriente. Una fórmula cada vez más aceitada y profunda en los últimos tiempos. Algunos ejemplos del último lustro son un muestrario clarísimo.
ES SOBERANAMENTE HIPÓCRITA:
- Despotricar contra la dictadura y haberse regodeado con negocios inmobiliarios en ese tiempo.
- Hablar de lucha libertaria y al mismo tiempo buscar morosos para ejecutarles sus bienes.
- Apostrofar los noventa y haber ensalzado la figura de Menem y Cavallo rindiéndole pleitesía.
- Haber efectuado un fortísimo lobby a favor de las privatizaciones y hoy criticar aquellas.
- Haber llamado “MAFIA” a los intendentes del conurbano y después apoyarse en ellos.
- Sustentarse electoralmente en aquella “MAFIA” y usar el discurso de pseudosintelectuales de izquierda que odian a aquellos nombrados anteriormente.
- Proclamarse “progre” y vivir como oligarca.
- Criticar al amiguismo ventajero y favorecer el “mismo perro con distinto collar”.
- Despreciar el continuismo en otros pero prohijar y favorecer el propio.
- Hablar de “oligarquía” en otros y alentar el “pan y circo” a caballito de las necesidades.
- Hablar de conciliación y coexistencia mientras se propicia la agresión, la confrontación, la ofensa y el vituperio.
- Usar la palabra “austeridad” mientras se ejerce la pusilanimidad, la soberbia, la impunidad y los privilegios.
- Nombrar a la democracia mientras se sustenta y retroalimenta a patoteros y bravucones profesionales.
- Proclamar el respeto a “lo diferente” mientras se propicia el pensamiento único y se ejerce psicopáticamente la desmesura por el poder.
- Usar los bienes del estado; que son de todos nosotros; en beneficio propio, de los familiares y de los amigotes de turno.
CONCIUDADANOS:
- Mantener a dudosos personajes en el ejercicio del poder es asumir sus propias cualidades y defectos. El “POPULUS”, PUEBLO, debe siempre decidir políticamente hablando; si prefiere nadar en la Democracia o en la Demagogia. La primera supone libertad, responsabilidad, reflexión, educación, nivelación hacia arriba y poder pensar distinto. La segunda encierra espejitos de colores, hacer lo que yo no hago, decir lo que yo no pienso, convencer de lo que no estoy convencido.
- En última instancia es decir “Animémonos, pero vayan Ustedes” o sea una satrapía de valientes de pacotilla.
- ¡…Memoria… Memoria… perseguirás!