Por Roberto Garrone
La 259 Mendoza no se rompe pero tampoco se notan cambios. En 60 días de trabajos continuos, el canal secundario del puerto marplatense no muestra mejorías y sigue vedado a buques de más de 160 metros. Ahora puso en foco el canal de la Base.
Esta historia comienza en el epílogo del mes de agosto. En una reunión celebrada entre las autoridades del Consorcio, funcionarios de la Subsecretaría de Puertos y la Dirección Nacional de Vías Navegables, Prefectura junto con los prácticos y remolcadores que cotidianamente deben lidiar con la falta de espacio en la boca del canal de acceso al puerto local.
El objetivo era celebrar que hacía más de dos semanas que la Draga 259 C Mendoza no se rompía y anticipar resultados de una batimetría reciente, en la que, según el experto José Pérez de la Sierra, funcionario de la Subsecretaría y asesor en materia del operativo dragado, estaban dadas las condiciones para que el puerto pudiera recibir buques portacontenedores más grandes que el único que venía hasta ese momento, de la naviera Maersk.
Los prácticos miraron la batimetría y se negaron a permitir que se oficialice la buena noticia. Las condiciones podían haber mejorado, era claro que la draga había quitado arena, pero era muy arriesgado abrir la puerta para que ingresen buques de hasta 160 metros. No estaban dadas las condiciones mínimas de seguridad para que eso ocurra.
“Podían entrar, pero en condiciones climáticas ideales, cosa que nunca ocurre en Mar del Plata”, dijo uno de los prácticos consultados por REVISTA PUERTO.
“Sigan trabajando y miramos la batimetría después del 20 de septiembre”, les dijeron a coro los especialistas, antes de abandonar la reunión.
En todo este tiempo la draga 259 C Mendoza ya es una criatura conocida en el horizonte costero de Mar del Plata. Es frecuente observar su imponente figura cerca de la playa o cientos de metros mar adentro, dónde expulsa la arena que chupan sus dos bombas aspiradoras.
Pero a 50 días de aquella primera reunión, y cuando hipotéticamente era necesario sumar unas cuantas horas de succión por arrastre, los resultados de su trabajo no se observan en el lecho marino del canal secundario.
Hace unas horas hubo dos portacontenedores en rada, lo que hizo pensar a más de uno que finalmente el canal secundario ganaba metros de seguridad en sus márgenes para recibir buques más grandes.
Falsa alarma, el buque ingresó a puerto sólo para iniciar reparaciones en el dique flotante de Astilleros SPI. El otro era el habitual de Maersk que viene frecuentemente y se retira con la carga incompleta desde este puerto por temor a quedar retenido en el fondo arenoso.
La naviera no gana para sustos. Primero creyó en las palabras del titular del Consorcio, Eduardo Pezzati y dispuso un barco más grande para atender la demanda de este puerto. Supuestamente el dragado avanzaría con suma celeridad. Con las bielas fundidas de la draga, Maersk debió mover sus fichas y traer un barco más chico.
Sin mayores avances desde que hace dos meses la Mendoza retomó las tareas, Maersk sigue con su barco chico, haciendo una ruta que atenta contra toda logística. Mar del Plata, la Patagonia y de ahí a Montevideo.
La última reunión entre el Consorcio y los prácticos fue hace 10 días. No detectaron cambios sustanciales entre el estudio presentado y el de agosto pasado. Desde el Consorcio les dijeron que harán una nueva batimetría el 20 de octubre. Los prácticos les recomendaron limpiar lo que asoma del veril en el canal secundario. Casi lo mismo que tendrían que haber hecho 30 días atrás.
¿Qué genera que en 60 días sin averías la draga calque batimetrías pasadas? Este medio intentó comunicarse con funcionarios del Consorcio pero no fue posible ubicar ni al Gerente General ni al Delegado de Vías Navegables de Quequén.
Los rumores son variados y mantienen una constante: un personal desganado, que se muestra díscolo en aceptar las directivas de Pérez de la Sierra, que sólo trabaja cuando tiene ganas, que no son la mayoría de los días. Los operarios de la draga, digo.
Casi desde que llegó a Mar del Plata los tripulantes nucleados en el SIPEDyB reclaman el pago de una amplia cantidad de horas extras –serían 400– como habían sido prometidas. Pero el compromiso no estaba siendo asumido por parte del Estado empleador. Este descontento sería el motivo principal que genera repetidos “imponderables” que no permiten el normal desarrollo de las tareas a bordo.
El “doble turno” prometido por el secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi, para recuperar el tiempo perdido por el motor fundido, durante muchas semanas se pareció más a un trabajo a reglamento por este reclamo.
Recientemente se sumó otro desafío para la “Mendoza” que pone en un segundo plano la limpieza del canal secundario. Hay que dragar el canal de acceso a la Base Naval para evitar el papelón de no poder recibir a los buques escuela de distintos países que animarán la regata del bicentenario.
Aunque la cita es en febrero, en la draga parece que trabajan contrarreloj para dejarlo en condiciones. Este ahínco llena de goce a quienes sostienen que la draga estatal no es un instrumento idóneo para encarar el titánico desafío de remover más de 3 millones de metros cúbicos de arena que hay en el puerto local. Básicamente por su incapacidad para dragar. Poco importa que sea por succión o por presión de agua.
Quizás ahí este la madre de todos los problemas. (REVISTA PUERTO)