viernes, abril 26, 2024

Opinión

Sin la marchita y sin autocrítica

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Por  Miguel Abálsamo

El frente kirchnerista local se quedó sin la marchita y sin autocrítica. El hijo de Hugo del Carril les prohibió usar la marcha sentimental por considerarlos «no peronistas..». En Necochea se han convertido en funcionales al alcalde Molina criticando al peronismo por sus 20 años de gobierno comunal. ¿Y la autocrítica…?

Al escuchar las últimas declaraciones públicas de la segunda candidata a concejal por el Kirchnerismo local, Olga Massa, o del primer candidato a edil, Alfredo Lamberti (que va por su cuarto mandato como concejal ), junto a la letra brindada por el senador platense-necochense, licenciado Javier Mazza, ex titular del IOMA, colocado en funciones  en su oportunidad por el doctor Julio Municoy, uno puede observar que han perdido la brújula, confundiendo el adversario, desconociendo la identidad de muchos de sus propios  integrantes, y convirtiéndose en un aliado, por casualidad ,o causalidad del alcalde Molina.

Se ha empeñado el kirchnerismo versión Mazza, en ensuciar al peronismo en sus 20 años de gobierno. Un estilo de férreo  opositor, como si preocupara   más vencer al peronismo de Guarracino-Venegas-De Narváez, que ganar la elección.

Lo extraño es disminuir la época del doctor Domingo «Coco» Taraborelli,  a quien, algunos de los seguidores de Javier Mazza, han acompañado en los primeros años de democracia hasta la propia desaparición física en aquel trágico accidente.

También suena raro endilgarle tantos males a José «Pepe» Aloisi, e incluso un delfín político de «Pepe» es el propio tres veces concejal, en esos momentos por el PJ. Alfredo Lamberti.

Y no se encuentra explicación cuando se ataca al doctor Julio Municoy, sabiendo que una de sus seguidoras  más cercanas fue siempre la edil Ana Assa, hoy candidata no testimonial pero lejana de ingresar a la Cámara, en un lejano quinto puesto del kirchnerismo de la quinta sección electoral.

Cuando un ciudadano escucha eso de » los últimos veinte años del peronismo»…de boca de los K parece estar escuchando al oficialismo radical en la jefatura del doctor Daniel Molina.

No debe ser fácil armonizar en el Frente para la Victoria Kirchnerista un discurso común y de unidad. Existe entre ellos mucha desconfianza.

La desconfianza que siempre hay que tener con todos aquellos que te adulan demasiado apenas te conocen.

En el medio están los  que fueron componentes de la Alianza (Mardegan-De Francisco, e incluso funcionarios de la administración Molina), los que desde la llamada izquierda -progre, siempre objetaron el peronismo, y solamente reivindicaron a Evita, como una sutil manera de ser antiperonista sin chocar con el peronismo. Están los que desde siempre lograron lugares políticos, los viejos de la política, que aprendieron a «comerse algunos sapos…», los aspirantes  a la destrucción peronista con la llamada «transversalidad» trasnochada del matrimonio irritante, que hace de la estética del maltrato un hecho cotidiano. Están los que buscan un lugar bajo el sol, y los que mandan entre las sombras, para que el sol no los desnude ante la sociedad.

Como diría el «Nano», volverá el pobre a su pobreza, y el rico a sus riquezas, el día después del 28 de junio. No digo la dirigencia, algunos no tendrán camino de retorno, deberán optar por el ostracismo ideológico y el exilio en su propia ciudad, otros seguirán un tiempo usufructuando puestos, pero una gran mayoría comprenderá y volverá a su casa.

En el medio de la campaña  se quedaron sin la marchita. Ese sentimiento tan especial que tiene el peronismo en cada encuentro.

Por decisión del hijo del inolvidable Hugo del Carril, la Cámara Federal decidió no permitir al señor Néstor Kirchner utilizar la marcha partidaria cantada por Hugo. El motivo expuesto fue » no podemos permitir que alguien que no es peronista utilice nuestra marcha partidaria». Sin dudas nadie olvida cuando el ministro Aníbal Fernández mandó a los peronistas a «meterse la marcha en el cu….», o las transversalidades K, jugando en contra de los propios candidatos peronistas en las provincias y  en municipalidades  (ver versión necochense en elección a intendente Guarracino-Molina) .La memoria trae imágenes de actos K donde se privilegiaba a Hebe Bonafini, Luis Delia, o piqueteros de Pérsico, relegando la militancia. Sin dudas que el pueblo peronista nunca quiso al matrimonio, solamente lo aceptó. Kirchner y sus seguidores tampoco profesaron demasiado amor por la historia peronista.

Si Diego dijo en algún momento que «la pelota no se mancha», millones de peronistas dicen en este instante » la marchita no se mancha».

En Necochea hay un sector peronista en el FPV. que no quiere sentirse funcional al gobierno municipal . Secretamente están reaccionando .No quieren ser usados para fines individuales por sobre un proyecto integral.

Tienen sus diferencias ciertas con el peronismo local, pudiendo en el futuro  exponer sus ideas, debatirlas y  llegar  a unidad de criterios para un accionar común. Tener diferencias no supone convertirse en un arma útil para la intendencia radical.

Los responsables de  ofensas a intendentes de la talla de «Coco» Taraborelli, deberán mirarse para adentro y saber que se puede fallar pero se pueden corregir errores, que tal vez sean fruto del calor electoral, de estrategias equivocadas o libretos  mal apuntados.

Más que denostar los veinte años de peronismo en el distrito, con sus  aciertos y errores, deberían decirle a la sociedad que responsabilidad han tenido. Porque una larga lista del Frente para la Victoria Kirchnerista, Alfredo Lamberti, Ana Asa, Olga Massa, Rubén Prieto, Mary Collado, Hugo Arroyo, Marcelo Rivero, el jefe conductor de la línea licenciado Javier Mazza, han tenido bastante que ver en esos aciertos y errores. No se pueden hacer los distraídos, denostando  veinte años  peronistas, vividos por ellos  mismos como funcionarios públicos. Menos aún pedirles explicaciones a jóvenes peronistas como Otero, Gongora, Rojas, Antenucci…que a la edad donde ellos eran funcionarios estos andaban terminando la secundaria.

Sin dudas que las conductas, al igual que las enfermedades, se contagian de unos a otros.