Por Ricardo Natalichio
El 5 de junio se celebra el día mundial del medioambiente. Es mucho lo que se habla cada año sobre las medidas que se deberían tomar a escala global, para que el ecosistema planetario invierta la tendencia a la degradación que lleva acentuándose ya varios cientos de años, principalmente por el accionar del hombre.
Los últimos años, la estrella en temas ambientales ha sido el Cambio Climático. Al menos a nivel medio de comunicación, es el tema que ha acaparado más dedicación ya que, velozmente se está haciendo muy palpable, y sus consecuencias cada día más visibles.
Terremotos, Tsunamis, inundaciones, sequías, extinción de especies, desaparición de glaciares, derretimiento de los polos, etc. están pasando rápidamente a ser moneda corriente en los medios, aunque lamentablemente casi nunca los relacionen con sus verdaderas causas. No son muchas las veces que se explica, por ejemplo, la relación entre las inundaciones y las sequías, con las políticas agrarias o forestales de la región, o la falta de ellas.
Durante los últimos trescientos o cuatrocientos años la humanidad ha dedicado sus mayores esfuerzos a aumentar la producción de bienes, con el fin de satisfacer las “supuestas necesidades” de los consumidores, que a su vez iban siendo inducidas desde la publicidad por las mismas empresas que los producían.
Los volúmenes de producción y consumo de bienes han ido creciendo a velocidades siderales y, como tenía que suceder, en algún momento superamos la capacidad del planeta de absorber nuestros desperdicios, de comerse nuestra basura, de respirar nuestro CO2, nuestro metano, nuestros CFCs y de beber nuestros efluentes, nuestros derrames, y los vómitos de nuestras industrias.
El vaso se llenó y el contenido empezó a rebalsarse, pero parece que el grifo estuvo abierto tanto tiempo que está bastante complicado cerrarlo. La única opción que tenemos es intentar entre todos detener el derroche, disminuir el nivel de consumo, consumir de forma responsable y así interrumpir el alud, que de otra forma nos va a tapar a todos, estemos donde estemos.
Pero si bien consumir individualmente de forma responsable es muy importante, eso sólo no es suficiente. También debemos actuar de forma ambientalmente responsable como sociedad.
Y ese cambio será bastante más difícil de llevar adelante que el particular, abandonar como sociedad la cultura del consumismo, significaría un cambio de paradigmas, donde valores como la solidaridad, el respeto por la diversidad y el amor por la vida, reemplacen al egoísmo, al individualismo y a la avaricia.
Deberemos transformarnos en una sociedad que piense y decida como especie y ya no de forma individual. En una sociedad que abandone el modelo económico vigente, dirigido por los dueños del capital y del poder y a quienes lo único que les importa es la maximización de las ganancias, y construya un modelo ambientalmente sustentable y socialmente justo.
En una sociedad que no tenga motivos para celebrar el “día mundial del medioambiente” para acordarse de que existe, sino que se desarrolle en comunidad con él.