sábado, octubre 12, 2024

Locales

ECOLOGÍA: Ciudades en la arena.

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Por: Lic. Enrique A. Rabe (CERIDE)

El crecimiento de los balnearios argentinos -marítimos y fluviales- y los impactos ambientales que producen son temas de los que se ocupa el Dr. José Dadón*, quien es doctor en ciencias biológicas, investigador del Conicet** y especialista en análisis de patrones de uso, efectos y conflictos de urbanizaciones turísticas costeras.

Trabajo conjunto
El citado científico, con funcionarios de las secretarías de Ambiente y de Turismo de la Provincia de Buenos Aires, trabajó en la redacción de pautas para los balnearios marítimos y fluviales con el fin de disminuir el impacto ambiental. El resultado de esta tarea conjunta fue el diseño de las Directrices para la Gestión de Calidad en Playas y Balnearios, que se aplicaron como prueba piloto en Mar del Plata, Villa Gesell y Necochea.
Directrices hasta en la playa
En el año 2000, se registraron en el mundo 699 millones de llegadas de turistas internacionales, lo que significó alrededor de un 7% de aumento en relación con años previos, y generó cerca de 470 mil millones de dólares. Este incremento ha llevado a algunas organizaciones internacionales a formular nueva normativa a fin de regular la actividad. En ella se enfatiza que el turismo tiene que basarse en modelos sostenibles de producción y consumo, y que en su desarrollo deben participar los ciudadanos. Asimismo, las decisiones de planificación deben tomarse localmente, satisfacer las expectativas económicas y respetar el ambiente y la estructura física y socioeconómica de cada lugar. Con ello se busca la conservación de zonas vulnerables tales como islas pequeñas, arrecifes de coral, aguas costeras, manglares, humedales costeros, playas y dunas.
¿Cuáles son los riesgos del crecimiento turístico?
La urbanización excesiva y desordenada, el aumento del tránsito de vehículos de doble tracción y el deterioro de los recursos naturales ante el creciente número de visitantes. Además, se incrementan las actividades de producción tales como el cultivo de camarones, moluscos y algas, y algunas especies animales y vegetales pierden su hábitat. La preocupación por estos cambios generados por el turismo en las zonas costeras llevó a la creación de lo que se conoce como ‘Campaña Bandera Azul’, que nació en Francia en 1985, creada y desarrollada por la Fundación para la Educación Ambiental (en inglés, FEE), una ONG reconocida. La Bandera Azul es una etiqueta que, en la actualidad, se otorga a alrededor de 3 mil playas en 33 países de Europa, en Africa del Sur, Canadá y en el Caribe, según parámetros de calidad de agua, educación y manejo ambiental, seguridad y otros servicios.
Qué aconsejan las directrices
* Informar a los bañistas si el agua es apta para bañarse.
* Proporcionar agua potable a clientes y no clientes; ahorrar agua en las canillas y duchas, y evitar que el agua sucia llegue a la playa.
* Realizar buena gestión de los residuos.
* Valorizar el paisaje nativo, sin introducir especies exóticas ni alterar los procesos naturales.
* Restringir la publicidad y el ruido a los sectores construidos; la playa debe seguir siendo un escenario lo más natural posible.
* Cuidar el estado de los edificios e instalaciones ya construidas, no edificar más instalaciones fijas, y las nuevas deben causar el menor impacto posible. Preferir las desmontables, y ocupar la menor cantidad de terreno que se pueda.
* Asegurar la accesibilidad a personas con capacidades limitadas.
* Señalización estandarizada.
* Servicios básicos garantizados. Importante: un baño público, por lo menos, para clientes y no clientes (así no se usan el mar, el río, o los médanos, como baños de urgencia).
Su aplicación
Al respecto, el Dr. Dadón precisó que ‘la aplicación de las Directrices puede ser de carácter voluntario u obligatorio, por disposiciones o por contrato entre partes, según lo decida la autoridad correspondiente’, y señaló que más información puede encontrarse en www.ege.fcen.uba.ar/ecologiamarina
*) Profesor en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA y director del Laboratorio de Ecología Marina de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la mencionada universidad. (**) Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas.