Al menos 207 personas murieron, entre ellas unos 35 ciudadanos extranjeros, y más de 500 resultaron heridas en una serie de ocho atentados terroristas -las primeras seis en simultaneo- contra iglesias y hoteles de lujos, se perpetraron en distintas ciudades de Sri Lanka en el marco del Domingo de Resurrección.
Tras la trágica jornada de una Pascua sangrienta, ocho personas fueron detenidas por los atentados, aunque algunos medios locales hablan de 13.
«Hasta ahora los nombres que tenemos son locales», pero los investigadores tratan de averiguar si tienen algún «enlace extranjero», dijo el primer ministro, Ranil Wickremesinghe, en un discurso televisivo.
Hasta ahora no hay ninguna reivindicación de los atentados que suponen la mayor masacre desde el fin de la guerra civil en este país, hace una década.
Sri Lanka, después de décadas de conflictos internos entre el gobierno y los separatistas tamiles y un período de paz, en la madrugada volvió a caer en la pesadilla.
Seis explosiones en simultaneo tuvieron lugar en tres iglesias y tres hoteles en la capital, Colombo, frecuentados también por extranjeros, y en otras dos localidades, Batticaloa y Negombo. Para los fieles que se encontraban orando no había escapatoria.
Otros dos atacantes suicidas entraron en acción horas más tarde en las afueras de Colombo, sembrando más muertes.
Tras las ocho explosiones, el gobierno decretó el estado de emergencia, al tiempo que bloqueó la mensajería instantánea -como WhatsApp- y las redes sociales como Facebook, Instagram y Twitter.
La policía, por su parte, detuvo a ocho personas en relación a los atentados e impuso el toque de queda con efecto inmediato ante el temor a nuevos ataques, informó el ministro de Defensa, Ruwan Wijewardene. Durante las detenciones, tres policías fueron asesinados mientras revisaban una vivienda.
Entre las víctimas mortales se registran varios estadounidenses, británicos, daneses, dos turcos, un holandés, un chino y un portugués.
«Estados Unidos envía sus más sentidas condolencias al gran pueblo de Sri Lanka. Estamos listos para ayudar», escribió el presidente estadounidense, Donald Trump, en un tweet.
La diplomacia estadounidense confirmó que hay varios ciudadanos norteamericanos entre las víctimas, sin precisar el número.
«Podemos confirmar que entre las víctimas hay varios ciudadanos estadounidenses», declaró el secretario de Estado, Mike Pompeo, en un comunicado donde condena los ataques. El Ejecutivo convocó un gabinete de seguridad nacional y el presidente, Maithripala Sirisena, anunció una investigación exhaustiva de los atentados, mientras los distintos jefes de Estado y de Gobierno condenaban tal barbarie en todo el mundo.
Incluso el Papa Francisco lamentó lo sucedido durante su homilía pascual.
El Gobierno encabezado por el primer ministro, Ranil Wickremesinghe, reconoció que recibió alertas previas sobre posibles atentados, pero no quedó claro si se adoptaron precauciones.
El jefe de la policía de Sri Lanka, Pujuth Jayasundara, alertó hace 10 días en una nota a altos mandos de la seguridad del Estado de que se planeaba ataques suicidas contra «iglesias importantes, así como la Embajada india en Colombo», luego de recibir información suministrada por una agencia de inteligencia extranjera.
Los atentados de hoy son el último acto de una estela de sangre que, solo en 2018 -según un reporte de World Watch List- causó 4.305 cristianos asesinados. (ANSA).