Los medios internacionales se han hecho eco del más bajo registro histórico de la capa de ozono. La cifra alcanzada ha conformado un nuevo récord de merma que llega al 40%, desplazando la anterior cifra extrema que fue de un 30%.
Los registros pertenecen al ártico y fueron relevados en marzo del presente año. Entre los factores que inciden en esta nueva medición están las bajísimas temperaturas ocurridas este año a nivel de la estratósfera. Sin embargo a nivel de la superficie terrestre las temperaturas registradas en la zona no fueron tan bajas.
Según datos proporcionados por la Organización Meteorológica Mundial, la destrucción del ozono requiere la combinación de dos factores, por un lado una temperatura estratosférica inferior a los 78 grados centígrados bajo cero [-78° C°] y por el otro la presencia de algunas formas de cloro [Cloro-Flúoro-Carbonos o CFC] y halones, que son sustancias que se utilizan en heladeras, acondicionadores de aire, aerosoles extintores, etc.
El Protocolo de Montreal, un acuerdo internacional firmado por algunos estados en 1987 y en casi todos los países del mundo en 2009, ayudó a poner fin en 2010 a la producción de sustancias que agotan la capa de ozono. Sin embargo teniendo en cuenta que la vida útil de estas sustancias es de 50 años, el impacto de las mismas todavía persiste.
Se estimaba que gracias al protocolo de Montreal la disminución de la capa de ozono iría morigerándose hasta volver a sus niveles anteriores a 1980 a partir de los años 2030 al 2060. Los modelos teóricos indican que la normalización se producirá primero en regiones no polares de la estratósfera [2030-2040] y con posterioridad en las regiones polares [2040-2060]. Sin embargo los datos consignados este año contradicen el modelo referido.
En la Antártida, el fenómeno es recurrente cada año en invierno y primavera a diferencia del Ártico en donde la disminución del ozono es más volátil debido a que las condiciones climáticas son muy variables cada año, lo que a su vez se atribuye a la desproporcionada distribución de los continentes en los hemisferios boreal y septentrional.
La consecuencia que tiene la disminución del ozono en la atmósfera es una mayor exposición a los rayos ultravioleta.
El ozono estratosférico se forma por acción de la radiación ultravioleta, que disocia las moléculas de oxígeno molecular [O2] en dos átomos, los cuales son altamente reactivos, pudiendo reaccionar estos con otra molécula de O2 para formar una molécula de Ozono [O3].
Con la aparición de gases denominados invernaderos como el Cloro-Flúoro-Carbono [CFC] se ha estudiado que capacidad tiene para destruir el ozono [o sea que cantidad de ozono que destruye un volumen determinado de CFC]. El potencial de destrucción del CFC, fue referenciado como de magnitud [1] y utilizado como parámetro para medir la capacidad destructiva de otros gases como el halón, cuya capacidad o potencial de destrucción de ozono es de [10] o como el bromuro de metilo cuyo potencial es de [50], o sea que destruyen 10 o 50 veces más de ozono que el CFC en cantidades.
La exposición a los rayos ultravioleta puede causar en los seres humanos, cáncer de piel, cataratas y trastornos del sistema inmunitario así como también puede dañar especies de la vida marina.
Si bien el Protocolo de Montreal fue un avance importante en la lucha ambiental, queda pendiente de ratificación por los países más industriales del planeta el Protocolo de Kioto cuyo desconocimiento que transforma en abstracto y simbólico el esfuerzo hecho hasta hoy.
El Protocolo de Kioto sobre el cambio climático es un acuerdo internacional que tiene por objetivo reducir las emisiones de seis gases que causan el calentamiento global: dióxido de carbono (CO2), gas metano (CH4) y óxido nitroso (N2O), además de tres gases industriales fluorados: Hidrofluorocarbonos (HFC), Perfluorocarbonos (PFC) y Hexafluoruro de azufre (SF6), en un porcentaje aproximado de al menos un 5%, dentro del periodo que va desde el año 2008 al 2012, en comparación a las emisiones al año 1990.
Estados Unidos, con apenas el 4% de la población mundial y consumiendo alrededor del 25% de la energía fósil es el mayor emisor de gases contaminantes del mundo, aún así se retiró del protocolo. China e India, las más importantes naciones en desarrollo y grandes productores de gases invernaderos tampoco están obligadas por el mismo. (DIARIO EL PESO)