Veinte años después de los atentados del 11 de septiembre, cuando en una mañana de cielo azul un grupo de terroristas de Al Qaeda al mando de aviones secuestrados derribaron las Torres Gemelas en Nueva York, el país sigue lidiando con las consecuencias de aquel día.
Cuatro aviones fueron secuestrados. Dos de ellos impactaron contra las torres del World Trade Center, otro atacó el Pentágono y un cuarto avión cayó en un campo en Pensilvania.
En total murieron más de 3.000 personas y Estados Unidos acabó con la creencia de ser un país infranqueable e invencible.
Veinte años después, el país se encuentra sumergido otra crisis, la pandemia del Covid-19 que vuelve a arrasar con la variante delta y ahora con el caótico final de la guerra de Afganistán.
Michael J. Allen, profesor de historia estadounidense en la Universidad Northwestern, acuerda en que Estados Unidos no es el país que era cuando cayeron las torres gemelas.
«Estados Unidos es una nación mucho menos confiada y optimista ahora de lo que era en septiembre de 2001, que marcó el final de una década de crecimiento económico impulsado por la tecnología, dominio de la política exterior y centrismo presidencial», dijo.
«Pero también es una nación más diversa con un sentido más claro de los serios desafíos que enfrentan los estadounidenses y un sentido más realista de los peligros y límites del poder estadounidense», agregó.
Las primeras grietas en la unidad posterior al 11 de septiembre se produjeron cuando el gobierno del entonces presidente George W. Bush utilizó los ataques terroristas como excusa para atacar a Irak, que no tuvo ningún papel en ellos, recordaron los historiadores.
Al mismo tiempo, millones de musulmanes estadounidenses se vieron tildados de terroristas y obligados a defender su religión debido al fanatismo de Osama Bin Laden.
«La respuesta fallida de la política exterior de la administración Bush a los ataques del 11 de septiembre desacreditó al liderazgo existente del Partido Republicano y a los principales demócratas como Hillary Clinton», que apoyó la Guerra de Irak, recordó Allen.
Esa situación permitió allanar el camino para la elección del presidente Barack Obama, uno de los pocos políticos que se opuso públicamente a la guerra de Irak.
Permitió además que «surgiera una nueva clase política» antes de la elección posterior de su sucesor, Donald Trump. «Pero esa clase política es más conflictiva y goza de menos confianza en una nación que se ha vuelto más dividida», dijo Allen.
Otro experto sostiene que Internet también figura en la división de la sociedad. «Es seguro decir que si lo que sucedió el 11 de septiembre de 2001 ocurriera hoy, la respuesta habría sido muy diferente», dijo el profesor de la Universidad de Syracuse, Robert Thompson, experto en cultura popular.
«La variable principal son las redes sociales y la explosión del entorno digital», agregó. Hubo teóricos de la conspiración que plantearon nociones falsas de que se advirtió a los judíos que no se presentaran a trabajar en las torres gemelas ese día y que los ataques fueron un trabajo interno, sostuvo Thompson.
Cuando Osama bin Laden planeó los ataques del 11 de septiembre, lo hizo desde un escondite en Afganistán, que entonces estaba gobernado por los talibanes, practicantes locales de una versión extrema del Islam empeñados en devolver al país a algunas de las prácticas de la Edad Media.
La invasión que Bush lanzó rápidamente desalojó a los talibanes, pero no los destruyó. Tampoco logró capturar a bin Laden, quien escapó a través de la frontera hacia Pakistán y continuó amenazando a Estados Unidos hasta que fue abatido en una redada de 2001 ordenada por Obama.
Sin embargo, ahora los talibanes están de vuelta en el poder. Más de 7.000 militares estadounidenses han muerto en acción en operaciones después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, según el Departamento de Defensa. (ANSA).