lunes, noviembre 25, 2024

Castelli, Locales, Opinión

El Caso Celihueta. ¿Génesis de la corrupción política en Necochea?

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Por Horacio Castelli

Acabo de releer el libro escrito por el periodista Oscar Gollnitz, “Adriana una causa que nunca muere”, y publicado en el año 2010 y confirmo mi hipótesis que después de lo que fue el cerco y ocultamiento que tuvo el caso desde la política, todo otro hecho de corrupción era un tema menor, aunque esto significara el robo constante de los recursos públicos.

Las permanentes trabas que tuvo y tiene la investigación de la desaparición de Adriana Celihueta solo se pudo lograr a través de una protección política y judicial.

Líneas de investigación más que claras fueron dejadas permanentemente de lado, testigos claves fueron desestimados y muertes dudosas vinculadas al caso no fueron investigadas.

Necochea es una ciudad chica y nos conocemos todos, Quequén también es parte de esta realidad y solo la tozudez y tenacidad de Carlos Celihueta, Mimí, Silvia y Oscar Gollnitz han logrado que este caso nunca desaparezca hasta que se conozca toda la verdad.

Algunos ya no están, otros siguen el camino sin detenerse ante las adversidades que la telaraña mafiosa tejió alrededor de esta desaparición.

Muchos policías, jueces y políticos son cómplices del asesino, por acción u omisión y la sociedad debe seguir insistiendo para conocer la verdad absoluta sino nunca seremos capaces de terminar con la profunda corrupción que invade la política necochense.

La desaparición de Adriana significó un echo que comenzó a abrir una cortina que se conocía por comentarios, pero que no se había mostrado con su cara más letal hasta ese momento.

Las apuestas clandestinas que se realizaban y realizan detrás de las carreras cuadreras y las carreras de galgos, entre otros ítems tienen a muchos personajes oscuros a los que no les tiembla el pulso si tiene que escarmentar a quienes intenten hablar sobre ese submundo.

Quién asesinó a Adriana estaba muy involucrado en ese mundo ilegal y si el caía, eran varios lo que seguirían sus pasos, seguramente no se comería solo el castigo de la justicia.

Sin dudas, que el poder debía ser inmenso en esos momentos para corromper o alinear a tantos jueces, fiscales y políticos.

El miedo, el chantaje y el dinero habrán sido moneda corriente en esos días y fueron la fuente donde muchos políticos que llegaron en años posteriores abrevaron para aprender las mieles de un poder gris pero muy redituable.

Algunos se habrán conformado con cobrar durante años una dieta de concejal y otros, más ambiciosos, habrán querido más del dinero circulante.

Y por supuesto, al lado de una desaparición y asesinato, los actos de corrupción posteriores eran muy fáciles de esconder utilizando la misma maraña política de complicidades donde seguramente no han estado ausentes otros sectores como el empresarial y el periodístico.

La desaparición de Adriana Celihueta no puede quedar en la nebulosa, no puede quedar impune el responsable de este hecho.

Si esto ocurriera, Necochea seguirá hundiéndose en la telaraña de la corrupción y las complicidades.

La muerte nunca investigada a fondo de la muerte de un intendente, la muerte de testigos en forma violenta marcó el comienzo de una degradación que seguirá hasta que se conozca la verdad.

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