
Las posturas de los kirchneristas, abrazados a Cristina Fernández, contra el gobernador bonaerense Axel Kicillof, lo fortalecen cada vez más.
A diferencia de lo que piensan desde la LLA y el PRO, esta discusión deja en claro que Kicillof, se despega definitivamente de una figura que «fue», y toma la decisión de escribir las nuevas partituras de la política progresista.
La figura de Cristina, es el pasado, que tuvo momentos brillantes y otros de opacidad, por la decisión de eternizarse en el poder, sin respetar las opiniones de quienes querían los cambios necesarios y que no se produjeron por apetencias electorales.
Hoy, el gobernador Kicillof, es la figura de oposición a la actual postura de La Libertad Avanza, marcando claras diferencias a partir de las medidas que toma en su gobierno.
La primera discusión surgió porque Kicillof no apoyó a Cristina en la interna partidaria, cuándo nadie le consultó sobre esa movida, que le provocaba problemas internos, cuando tiene una lucha sin cuartel con el gobierno nacional.
Es decir, tomaron la decisión sin consultarle y después pretendían que apoyara sin discusión a Cristina Fernández. Unos verdaderos caraduras.
En las filas del kirchnerismo, existen fanáticos y fanáticas, que no piensan en el bienestar de los ciudadanos, sino mantener la cuota o cuotita de poder que ostentan.
Un caso paradigmático es el de la intendenta de Quilmes, Mayra Soledad Mendoza, que, siendo jefa comunal de un distrito de la provincia de Buenos Aires, ha tenido expresiones desafortunadas y faltas de respeto hacia la figura del gobernador de su propio espacio.
Axel Kicillof, no le debe nada a Cristina Fernández, sólo, recorrió la provincia en pleno gobierno de María Eugenia Vidal, sin acompañamiento del kirchnerismo, habló con la gente, convenció a los votantes y ganó ampliamente las elecciones.
Mientras en el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández se peleaban todos los días, Kicillof siguió trabajando y llevando soluciones en plena pandemia, crisis de la sequía, etc.
La reelección, lograda en el 2023, con un amplio margen, demostró que el fracaso del peronismo nacional, no lo alcanzó y logró mantener el mayor estado argentino.
Luego, mientras la mayoría de los dirigentes se callaban la boca, el gobernador bonaerense, se enfrentó al gobierno de Milei, sin temerle a los escraches de las redes sociales, al robo de la coparticipación, ni a la decisión nacional de intentar ahogarle económicamente.
Por todo esto, la postura opositora del kirchnerismo, lo fortalece a Axel Kicillof, como dirigente, que tiene bien en claro hacia donde va, como recorrer ese camino y cuál es el resultado final que busca: Ser presidente de la nación en el 2027 y para eso no necesita de Cristina Fernández y mucho menos de sus alcahuetes.