lunes, marzo 24, 2025

Ecología

El cambio climático agrava la inseguridad alimentaria

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El cambio climático está afectando gravemente a América Latina, con impactos significativos en las cosechas, el hambre y la desnutrición crónica.

El calentamiento global, causado por las crecientes concentraciones de dióxido de carbono, está alterando los patrones de precipitación, incrementando las temperaturas y aumentando la frecuencia y severidad de los fenómenos meteorológicos extremos.

Esto está provocando el derretimiento de los glaciares andinos, el aumento del nivel del mar y la acidificación de los océanos Atlántico y Pacífico, con consecuencias devastadoras para la región.

Un informe reciente de la ONU, El Panorama Regional de Seguridad Alimentaria y la Nutrición 2024, revela que América Latina y el Caribe es la segunda región del mundo más expuesta a eventos climáticos extremos después de Asia.

Esta exposición está reduciendo la productividad agrícola, alterando las cadenas de suministro de alimentos, aumentando los precios y afectando los entornos alimentarios, lo que pone en riesgo los logros alcanzados en la reducción del hambre y la malnutrición.

Entre 2019 y 2023, la prevalencia de la subalimentación aumentó en 1,5 puntos porcentuales en los países afectados por la variabilidad climática.

La situación es peor en aquellos países con recesiones económicas, donde las poblaciones más vulnerables tienen menos recursos para adaptarse a estos cambios.

En 2023, 41 millones de personas en la región se vieron afectadas por el hambre, una disminución respecto a años anteriores, pero con disparidades significativas entre subregiones.

El Caribe, por ejemplo, ha visto un aumento en la prevalencia del hambre al 17,2%. Además, la inseguridad alimentaria moderada o grave afectó a 187,6 millones de personas en la región en 2023.

La malnutrición infantil sigue siendo un desafío, con un 11,5% de los niños menores de cinco años afectados por retraso en el crecimiento en América Latina y el Caribe.

Las políticas públicas deben centrarse en garantizar el derecho a la alimentación y nutrición de los niños y mujeres para hacer frente a estos desafíos.

Finalmente, el informe destaca la necesidad de acelerar las inversiones y acciones para desarrollar la resiliencia dentro de los sistemas agroalimentarios y adaptarse a los efectos del cambio climático.

Rossana Polastri, directora regional del FIDA, subraya la importancia de invertir en infraestructuras básicas, sistemas de información climática y prácticas agrícolas sostenibles, especialmente en las áreas rurales y entre las poblaciones más vulnerables.