“La foto fue tomada en un cementerio en las afueras de Kiev, en una de las zonas más castigadas. Ella es una de las madres que llora durante el funeral de su hijo”, reveló acerca de la captura con la cual obtuvo el premio Pulitzer por segunda vez.
Sobre los conflictos bélicos consideró que “todas las guerras se parecen en el mismo dolor de la gente. Las diferencias son geográficas y los conflictos son diferentes de acuerdo a si son potencias grandes o guerrillas. Cada lugar tiene su lógica, tiempos y detalles”.
Consultado acerca de cómo logra sacarse todo eso de encima al volver a su casa explicó que lo logra “teniendo una vida más normal, tengo una hija que la llevo al colegio. Trato de hacer deportes e historias diferentes que me alejen del conflicto para poder digerirlo. Para tener otros intereses también, es como una estrategia”.
Acerca de su trabajo subrayó: “hago otro tipo de fotografía también, la agencia de noticias cubre deportes, información general, política local, desastres naturales, es decir una gran variedad de notas que cubrimos. En general tengo bastante libertad para combinar lo que quiero hacer. Puedo decir que soy un privilegiado. La fotografía periodística y el arte están vinculados, si la foto tiene algo artístico tiene un mensaje potente y se publica mucho más. La fotografía es un lenguaje visual que con el tiempo se fue sofisticando”.
Consultado sobre las redes sociales también aseguró que “por suerte tengo un amigo que trabaja mucho con redes y me criticó mucho hace años por no usar Instagram. Él ahora trabaja conmigo en esa plataforma, pero no pongo nada de mi vida personal o mi familia. Es estrictamente de trabajo, no soy de la generación de las redes sociales como una cosa para contar mi vida”.