Cientos de miles de personas pasan la noche en sus vehículos o agolpados en polideportivos y refugios. Las autoridades temen que la cifra final de víctimas sea mucho más alta.
Un nuevo día ha amanecido sobre dos países desolados por la tragedia. Cientos de miles de personas en Turquía y Siria han pasado la noche en sus vehículos o agolpados en polideportivos y refugios, algunos incluso en la calle tratando de luchar contra las bajas temperaturas con fogatas improvisadas.
Sus hogares son un montón de cascotes, se han visto dañados o temen que lo hayan sido y que puedan derrumbarse con el paso de las horas. Muchos de ellos esperan noticias de sus seres queridos, atrapados bajo los escombros.
La cifra de muertos no para de aumentar: supera ya los 5.000 entre ambos países, pero se teme que el número final sea muy superior.
El Gobierno de Turquía informó de que, casi 40 horas después del primer terremoto, de magnitud 7,8, se han computado 3.419 muertos y más de 20.000 heridos.
En Siria, la cifra de fallecidos asciende a 1.602 y los heridos se cuentan por miles, sumando aquellos en zonas bajo control del Gobierno y aquellos en territorio controlado por los rebeldes.
La luz del nuevo día ha permitido advertir el alcance de la destrucción. En las provincias atravesadas por la falla del este de Anatolia, la tierra se ha abierto en profundas grietas, inutilizando carreteras y la pista del aeropuerto de Hatay.
El País, España