Bajo los embates del calentamiento global y la deforestación, la Amazonía se acerca mucho más rápido de lo esperado a un «punto de inflexión», que podría transformar el bosque tropical más grande del mundo en una sabana.
Queda poco tiempo
Este alarmante hallazgo es producto de un exhaustivo estudio llevado a cabo por investigadores que analizaron los datos satelitales recabados durante los últimos 25 años, con el fin de evaluar el nivel de resistencia a eventos traumáticos como sequías e incendios que tiene a día de hoy la selva amazónica. Sus conclusiones se publicaron recientemente en la revista Nature Climate Change.
La Amazonia es un indicador clave de la salud general del planeta y ha sufrido una reducción de más del 75% de su superficie, lo que redujo a la mitad la capacidad de resiliencia en las áreas más castigadas, especialmente aquellas que han sido afectadas por las sequías y/o por las actividades humanas.
Además del Amazonas, también están en grave peligro otros importantes sistemas que intervienen en el equilibrio planetario como el ‘permafrost’ (suelo permanentemente congelado) que contiene enormes cantidades de CO2, metano y quién sabe qué más, los casquetes polares, el régimen monzónico surasiático, los arrecifes de coral y/o las corrientes oceánicas atlánticas. Si dichas áreas superan su propio ‘punto de inflexión’, el mundo que conocemos cambiaría radicalmente.
De selva a sabana
Tim Lenton (Universidad de Exeter, UK) es coautor del estudio y explicó que, según indican los modelos y el último informe de los expertos climáticos de la ONU, solo el calentamiento global sería capaz de inducir la transformación de la selva amazónica en una sabana, lo que podría acontecer en 2050 si se continúa con la tala y los incendios.
La deforestación amazónica ha alcanzado niveles récord desde el ascenso en 2019 del actual presidente Jair Bolsonaro, lo que ha convertido a esta selva en una fuente de CO2, que emite un 20% más de lo que absorbe.
El último informe del IPCC puso especial énfasis en las amenazas que se ciernen sobre los ecosistemas naturales y subrayó el hecho de que, su buena salud sería un factor decisivo para ganar la lucha contra el cambio climático, puesto la vegetación y la tierra amazónicas eran capaces de absorber anualmente hasta un tercio de las emisiones de CO2.
¿Hay esperanzas?
Los autores advierten que, la transformación de la cuenca del Amazonas en sabana tendría consecuencias locales, nacionales, regionales y globales, puesto que el CO2 liberado podría multiplicar por dos las emisiones globales anuales de todas las fuentes combinadas, lo que agravaría aún más el calentamiento global. A nivel nacional, la desaparición de la Amazonia implicaría una ruptura del ciclo de lluvias, que afectaría al resto del país y pondría en jaque a la industria agropecuaria.
Con el fin de evaluar la resiliencia de la selva amazónica, los investigadores analizaron la cantidad de biomasa y el ‘verdor’ del dosel (capa superior de los árboles, generalmente entrelazada e intrincada) y concluyeron que, el ‘punto de inflexión’ al que muchos científicos aluden, es empíricamente cierto y que cada vez se está más cerca de dicho umbral.
Una vez llegado a ese punto de no retorno se perdería tanta resiliencia, que la flora y la fauna serían víctimas de una agresiva muerte, el sistema selvático cambiaría radicalmente y con ello se produciría una transformación drástica a nivel medioambiental y climático, que afectaría al mundo entero.
Para Tim Lenton aún hay una pequeña posibilidad de restaurar la situación, que pasa por lograr que la temperatura descienda, aunque para ello habría que contar con técnicas de extracción masiva de CO2 de la atmósfera que todavía no tenemos y que también tendrían sus propios riesgos.