El ministro de Cultura consideró que, por la situación por la que transita el sector, desde el Gobierno se desarrollan políticas públicas «específicas» para paliar los efectos económicos de la crisis sanitaria.
El ministro de Cultura, Tristán Bauer, sostuvo que la industria cultural es uno de los «sectores más vulnerables con esta pandemia» no sólo en la Argentina sino también en el mundo, por lo que se desarrollan políticas públicas «específicas» para paliar los efectos económicos de la crisis sanitaria, mientras ponderó el poder «sanador» de la cultura.
Desde Tecnópolis, donde avanza el proyecto que convertirá el megapredio en una unidad sanitaria de atención para más de 2500 pacientes con diagnóstico leve de la Provincia de Buenos Aires, Bauer dialogó con Télam sobre la situación crítica de las industrias culturales y las medidas que se aplican con importantes «esfuerzos económicos» para «enfrentar este desafío impensado».
«Estamos ejercitando la cultura de la solidaridad, Hace un rato recorríamos junto con el Presidente y Nicolás Trotta, el predio de la ex ESMA, donde en el Museo Malvinas y Educar instalamos más de 1.000 impresoras 3D para hacer máscaras de protección. Y en el Teatro Cervantes, los trabajadores por propia iniciativa transformaron el taller de costura para producir máscaras de protección. Todos estos gestos atienden nuestra función esencial de una cultura solidaria», señaló.
-Télam: ¿Cuál es el impacto de la pandemia en el sector cultural?
-Tristán Bauer: Uno de los sectores más vulnerables con esta pandemia, no sólo en Argentina sino en todo el planeta, es la cultura. Desde una perspectiva industrial la cultura y el turismo son los sectores más golpeados. Casi como un shock, de repente de un día para el otro, músicos que se quedan sin sus conciertos, actores y actrices que se quedan sin escenarios, rodajes de filmación que se interrumpen y no se pueden desarrollar. Por eso, desde los primeros días cuando tomamos conciencia de lo que estaba ocurriendo, decidimos que la palabra «cultura» estuviera muy presente en todas las medidas del gobierno, como el ingreso familiar de emergencia de Anses, la prórroga del contrato de alquiler, la tarjeta alimentaria.
Y desde el Ministerio lanzamos medidas específicas, como la del Fondo Desarrollar para espacios culturales, fortalecimos los Puntos de Cultura; desde el INCAA hay un esfuerzo con una inversión importante para sostener las obras sociales de los trabajadores tanto de los técnicos como de los actores; desde el Instituto Nacional del Teatro, 100 millones de pesos para sostener las salas y algunos festivales; desde Conabip más de 50 millones de pesos para no desatender nuestras bibliotecas y seguir con la compra de libros.
Desde una perspectiva industrial la cultura y el turismo son los sectores más golpeados”
-T: Para la cultura, la emergencia sanitaria impuso un desafío porque profundizó una crisis que ya existía antes de la pandemia…
-T.B: Justamente ¿por qué se torna de dramatismo extremo esta pandemia? Veníamos de 4 años del modelo del sálvese quien pueda y en el ámbito estricto de la cultura se decidió cerrar el ministerio, desfinanciarlo, y además con una crisis económica que afectó al teatro, al cine, el libro. Fueron años duros y esta situación lo que hace es agudizar. La palabra desesperante refleja lo que está viviendo el sector.
-T: Una de las consignas que destacó cuando asumió su gestión fue promover una cultura de la solidaridad. Frente a este escenario de gran daño económico pero también de impacto en el tejido social ¿qué rol le cabe a la cultura?
-T.B: Si la cultura de la solidaridad y la diversidad eran nuestras banderas en el momento de asumir, hoy lo son más que nunca. Nos encontramos en un nuevo escenario mundial. Estamos frente a un pandemia que espanta y mata. Pero, como venimos repitiendo, la cultura también es sanadora. Y en este mundo donde crecen discursos racistas y xenófobos, anclados en el concepto del individualismo, es fundamental hacer una revisión e ir hacia esa cultura de la solidaridad que hoy es nuestra máxima y nuestra obligación.
-T: Hace unos días participó de una reunión convocada por Unesco con ministros de Cultura del mundo ¿qué panorama se traza a escala global?
-T.B: Eramos cientos de ministros de todo el mundo y fue muy importante para escucharnos. Una de las conclusiones es que nos estamos colocando frente a un mundo nuevo, nos guste o no.
Gracias a las medidas que se van llevando adelante, la ciencia, vamos a salir de esta situación pero vamos a salir de una manera distinta, entonces ahí una de las primeras cuestiones que decidimos es generar información rigurosa con los efectos sociales y económicos de esta crisis: qué pasa en el país y la región, cuáles son los indicadores con los cuales podemos medir el impacto del covid-19. Y eso es fundamental para no tomar decisiones intuitivas. En Argentina ya estamos procesando los datos que hicimos de la Encuesta Nacional de Cultura y ahora estamos trabajando en otra encuesta.
Si la cultura de la solidaridad y la diversidad eran nuestras banderas en el momento de asumir, hoy lo son más que nunca”
-T: ¿Y a escala local, se viene trabajando de manera federal en todo el país?
-T.B: Así como tuvimos la reunión internacional, primero tuvimos una con los ministros del Consejo Federal de Cultura. De allí salió el proyecto «Cultura Argentina en casa» por el cual 300 artistas van a cobrar un monto por esta tarea. Tenemos cobertura de todas las provincias para que artistas generen un producto audiovisual desde la pintura, la poesía, la música. La conciencia federal es fundamental. Otro organismo fundamental es el Fondo Nacional de las Artes. Desde que comenzamos, nos propusimos que sea un fondo federal y no cómo venía siendo casi hiper concentrado en las grandes ciudades, principalmente en Buenos Aires.
-T: ¿Qué mensaje puede dar a quienes forman parte de las industrias culturales?
-T.B: Creo que frente a las crisis tenemos que ver de qué modo podemos transformar en positivo situaciones negativas y desesperantes. Cómo hacer para mirar el mundo con otra perspectiva, volver a mirarnos como comunidad humana, pero también a la naturaleza y al planeta. Es una situación muy difícil pero también es la posibilidad de una reflexión como trabajadores de la cultura acerca de cómo encaramos este nuevo mundo: ¿Somos capaces de dejar atrás el individualismo extremo? ¿qué pasa cuando se abandona un sistema de salud público o se abandona el Estado de Bienestar a partir de la posguerra y se entran en mecanismos del individualismo y sociedades cerradas en torres de marfil? Ojalá que todo esto nos sirva para generar un cambio y desarrollar un mundo nuevo.