Salvar la piel de los humanos de los poderosos rayos del sol o salvar al mar de agentes que lo contaminan, ese es el dilema que comienza a tomar forma cada vez que alguien se unta con protector solar y se lanza al agua.
Aplicado a la piel de manera generosa y repetida, según recomendaciones de dermatólogos, ese producto cosmético ayuda a prevenir daños por efectos de los rayos ultravioleta, incluso el riesgo de tumores y cánceres epiteliales, pero tan pronto como entran en el agua liberan rastros de metales y nutrientes inorgánicos que podrían afectar seriamente el ecosistema marino con consecuencias aún desconocidas por la ciencia.
El alerta se potencia con un reciente estudio de la Universidad de Cantabria, de España, publicado en la revista Environmental Science & Technology.
Los protectores solares, como señalan los propios investigadores, representan uno de los factores más interesantes para analizar y para poder cuantificar el impacto real contra el ambiente del turismo costero en las costas mediterráneas.
Desde hace algún tiempo estos cosméticos están bajo la lente de la comunidad científica por algunos ingredientes peligrosos para los corales (como la oxibenzona y octinoxato), pero nunca se han evaluado a fondo la cuestión, para comprender exactamente los efectos también debido a otras sustancias químicas que contienen.
Investigadores españoles han comenzado a abordar la pregunta tratando de entender cómo ocurre la degradación de esas lociones en contacto con agua de mar.
Para hacerlo colocaron un protector solar común (que contiene dióxido de titanio como Filtro UV) en una muestra de agua de mar tomada en Málaga, para observar cómo las gotas de la loción liberar sus componentes.
Aluminio, sílice y fósforo fueron las sustancias más dispersadas, tanto en condiciones de luz como de oscuridad, recreadas para simular el efecto de la crema desparramado o simplemente extendido sobre la piel y en contacto con el agua.
Los datos se utilizaron para desarrollar un modelo con el que se puede simular el efecto de los bañistas que entran al agua en vacaciones en la playa en un día de verano como muchos otros.
Los resultados muestran que en aguas costeras se podría registrar un aumento del 4% en los niveles de aluminio y un aumento del 20% en titanio.
Ahora se necesitarán nuevos estudios para comprender qué efectos pueden tener en el ecosistema marino esas pociones tóxicas, considerando que normalmente esas sustancias están presentes en el mar en cantidades muy pequeñas.
La primera advertencia surgió en un estudio de 2013, realizado por el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados, que expuso que el intenso uso de los protectores solares es «una fuente significativa de contaminantes químicos orgánicos e inorgánicos que pueden tener consecuencias ecológicas».
En particular, son ciertos componentes los que pueden alterar los ecosistemas costeros. Por ejemplo, aquellos utilizados para dar color, aroma y textura.
Uno de los profesionales químicos de aquel trabajo, Antonio Tovar, indicó que «aunque existen compuestos orgánicos insolubles, tipo aceite, muchos otros son solubles en agua, y las marcas emplean unos, otros o ambos, y este factor, de entrada, es muy importante porque los compuestos que se disuelven son más fácilmente bio-asimilables, es decir capaces de acumularse a través de la cadena trófica».