El presidente abandona el objetivo de reducir las emisiones contaminantes y recupera la explotación de energías fósiles.
Si el expresidente Barack Obama puso a Estados Unidos en un puesto de liderazgo en la lucha contra el cambio climático, Donald Trump ha situado al país en la dirección contraria.
Apenas dos meses después de ocupar el cargo, el mandatario republicano ha puesto en marcha el desmantelamiento de todas las medidas para reducir las emisiones, la dependencia de energías contaminantes y lanzar el mercado de las renovables.
Trump firmó este martes una orden ejecutiva con media docena de medidas para recuperar la producción de energías fósiles que amenaza con arrastrar al país décadas atrás.
EE UU dice adiós a una de las piezas clave del legado de Obama y da la bienvenida a “una nueva revolución energética”, en palabras de Trump. “Se ha acabaron los abusos del gobierno federal”, dijo el presidente.
“Se trata de recuperar los puestos de trabajo, volver a cumplir sueños y hacer que América sea rica de nuevo”. La Administración republicana argumenta que el demócrata llevó a cabo una “guerra contra el carbón” y “despreció a los trabajadores” con sus políticas.
Las nuevas medidas abarcan varias agencias federales y suponen el abandono de las restricciones a las emisiones contaminantes, abren la puerta a la explotación de petróleo y gas en terrenos públicos, y rescinden la obligación gubernamental de considerar el impacto ecológico de sus proyectos. “Cuando se trata de cambio climático, queremos hacer nuestro camino y a nuestra manera”, adelantó este lunes un asesor del presidente.
La decisión de Trump coincide con lo que ha defendido hasta ahora y es el paso más ambicioso para deshacer el trabajo de su antecesor para limitar las explotaciones de carbón, petróleo y otras energías contaminantes.
Hace varios años que el magnate argumenta que el cambio climático “es una invención china”. Nada más llegar a la Casa Blanca nombró a Scott Pruitt como responsable de la Agencia de Protección Ambiental a pesar de que en su etapa como fiscal general de Oklahoma se querelló en más de una docena de ocasiones contra el organismo que hoy dirige. Pruitt, como Trump, ha cuestionado el papel del hombre en el cambio climático.
La Administración republicana ha explicado que hay políticas de Obama que “deben ser eliminadas” directamente y otras que serán revisadas “para adaptarlas a las prioridades del presidente”.
La nueva orden ejecutiva elimina cualquier intento de ralentizar los efectos del calentamiento global —EE UU ya padece la subida del nivel del mar y de las temperaturas—, al anular las restricciones a las emisiones de gases de efecto invernadero.
Esta decisión hace prácticamente imposible que EE UU cumpla con su objetivo de reducir las emisiones un 30% para 2030, por debajo de los niveles de 2005, como se había comprometido hasta ahora. En el aire queda también que el país cumpla con su parte del Acuerdo de París.
La Administración Trump asegura que “no existe una obligación” de regular las emisiones de plantas contaminantes y que el presidente todavía debate si EE UU debe abandonar el pacto global contra el cambio climático.
El decreto también se establece que, con efecto inmediato, ninguna agencia del gobierno deberá justificar el impacto ambiental de sus medidas al proponerlas para su aprobación y rebaja el riesgo del cambio climático al considerar cualquier proyecto.
El gobierno federal revisará además el “coste social del carbón”, una estimación del precio que pagan los ciudadanos por cada tonelada de dióxido de carbono que se emite a la atmósfera.
La Casa Blanca tendrá más difícil revertir el proyecto de Obama conocido como Plan de Energías Limpias, pero su decreto es una señal inequívoca de que las prioridades de la industria del carbón están por encima de la protección del medio ambiente.
Aquel plan ha sido descrito por el equipo de Trump como una declaración de “guerra contra el carbón” e inspiró una querella de 28 Estados contra la EPA en 2016 que logró que nunca entrase en vigor.
El decreto presidencial ordena ahora a la agencia que escriba una nueva versión del plan y debe hacerlo basándose en datos científicos denostados por la Administración republicana.
Preguntado este lunes por el consenso en torno al calentamiento global y el efecto de las acciones del hombre, un asesor especial del presidente en política ambiental respondió “no sé de qué me hablas”.
El gobierno reitera que la prioridad es lograr la “independencia energética” de EE UU. “Se puede responder al cambio climático sin dañar la economía gracias al carbón limpio, la energía nuclear e incluso las renovables”, explicó el asesor.