viernes, marzo 29, 2024

Internacionales

ECOLOGÍA: Cada año consumimos más

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“La humanidad tardó 6 días menos en 2015 que en 2014, en agotar por completo los recursos anuales previstos, eso quiere decir que si todos los habitantes consumieran al mismo ritmo que los del primer mundo, en pocos años serán necesarios dos planetas para alimentarlos.”

A poco menos de tres semanas de que se reúnan en París los representantes de los países del mundo en la nueva Cumbre de la Tierra, la COP21, se hace casi imprescindible para la supervivencia de las especies, que se logre un acuerdo de reducción de las emisiones de al menos un 30%.

Consumo desmedido

Al 13 de agosto de 2015 los recursos que el planeta produce al cabo de un año (y por lógica los que debería limitarse a consumir) se habían agotado. Pero lo más alarmante es que cada año nos adelantamos o sea que nos lo “comemos todo” más rápido. Esta vez fueron seis días de adelanto respecto al 2014.

La GFN (Global Footprint Network) y WWF (World Wild Fund) dos ONG comprometidas con la huella ecológica del ser humano y la explotación que hace de los recursos naturales globales, advierten que en 1975, recién en noviembre se llegaba al extremo de acabar con los recursos anuales y ya en esas épocas resultaba un dato preocupante. Pero el ritmo acelerado de consumo es tan intenso, que en 2005 estos recursos se agotaron a primeros de setiembre y tan solo diez años después, estábamos en “números rojos” a mediados de agosto. Y claro, al consumir se generan desechos y se emiten gases y la bio-capacidad de nuestro planeta es incapaz de hacer frente a tales “pasivos”.

El despilfarro es tan tremendo que de continuar con esta espiral de consumo y dilapidación, en apenas quince años más o sea para 2030, es posible que se necesiten dos planetas en vez de uno, para satisfacer las necesidades de los insaciables pobladores de este punto azul. A la cabeza de los países que derrochan recursos se encuentran Suiza, China, India y España; entre los más cuidadosos está Francia y algunos países de Sudamérica como Uruguay y Chile, donde se consume de forma algo más moderada.

En deuda con la Naturaleza

Según uno de los fundadores de la GFN Mathis Wackernagel, la humanidad vive “a crédito” y su acreedor, que es la Naturaleza, tienen sus recursos cada vez más limitados dado el acoso que sufre por parte de sus mismos habitantes, que además de agredirla, la contaminan y hostigan de manera despiadada como si no fuera el único lugar conocido para subsistir.

A su juicio, tanto la deforestación, como la contaminación indiscriminada de las aguas potables, el agotamiento progresivo de los recursos acuáticos, la acumulación imparable de desechos y el lanzamiento de gases a la atmósfera que aceleran y agravan el calentamiento global, son señales más que decisivas del daño que se le ocasiona al planeta.

¿Aún estamos a tiempo?

El desastre ya está servido y no hay indicios de que quienes ostentan el mando del mundo, tengan intenciones de HACER algo realmente significativo para detener la debacle climática y planetaria a la que nos acercamos día a día.

Un acuerdo mundial de reducciones de un 30 % de las emisiones de dióxido de carbono, sería un primer paso fundamentan para cambiar la tendencia destructiva en la que nos hemos embarcado. Pero eso no es todo. Hace falta un plan de educación acelerado, global y muy contundente para hacerle entender a la gente que es necesario cambiar de metodología de consumo, porque estamos mal acostumbrados pero los recursos peligran.

Las modificaciones de comportamiento deben ser gigantescas y mundiales: es necesario rectificar los niveles de la densidad en las ciudades, se deben cambiar los modelos de aprovisionamiento energético y tenemos que reformular nuestros hábitos de consumo, porque el planeta ya no da más de sí.

Las señales son evidentes: sequías extremas, inundaciones dantescas, la erosión de los suelos, pérdida de la biodiversidad, proliferación de fenómenos naturales cada vez más catastróficos y un aire que en vez de ser puro, se enrarece diariamente.

Aun estamos a tiempo de hacer algo por el mundo y por sus habitantes, pero esa decisión está en manos de un puñado de individuos que defienden determinados intereses. Desde la humilde posición de cada habitante de este pequeño y maltratado planeta, hay que hacer oír nuestras voces de descontento y comenzar a cambiar de modo de vida. De no hacerlo, las cosas seguirán como hasta ahora y en unos años lo que hoy despilfarramos, lo lloraremos con añoranza; eso ocurrirá en el momento en el que tengamos que ajustarnos el cinturón, porque la Tierra diga basta y deje de ser generosa y complaciente con sus destructores.