Silvia Guillot
Aniversario. Hace 30 años y pocos días más se restituía el sistema democrático en Argentina. Muchos jóvenes votábamos por primera vez, más curiosos que ilusionados por una forma de gobierno que nos era desconocida.
Bandas de sonido ceremoniosas, rostros serios, palabras medidas nos indicaban por quién votar. Eran otros tiempos, menos faranduleros y con discursos un poco más grandilocuentes que los actuales, pero igual de proféticos y prometedores.
Se podría hablar horas de los representantes de la democracia, de sus defensores y de sus detractores. De los que todavía hoy piden como letanía la mano dura, de los que desde sus puestos de poder juraron por su honor y por la patria (que deben ser un poco sordos porque a pesar de los desmanes y de los corruptos no pasa nada), de los que los votaron, de los que “no” los votaron.
Elijo hablar del ciudadano, el de mi Nación y el de todas las naciones. Somos crédulos, perezosos, flojos y descreídos. Nos quejamos, se quejan de nosotros, nos buscan, nos quieren… nos necesitan.
Dice el dicho que cada pueblo tiene el gobierno que se merece. No creo que esa reflexión esté muy alejada de la verdad.
Por eso, es posible que ya sea tiempo de merecer mejores gobernantes. Representantes del pueblo, de TODO el pueblo, del PUEBLO con mayúsculas. Gobernantes que escuchen a todos, trabajen por todos y busquen real y profundamente la inclusión de todos.