El músico, autor y cantante, uno de los más grandes del folclore actual, falleció a los 66 años en el Sanatorio Güemes, donde permanecía internado desde el viernes.
Desde sus diversas facetas, como bombisto, cantante y guitarrista, el artista nacido en el barrio porteño de Almagro el 30 de octubre de 1947 y criado en Mar del Plata, fue un promotor de la música folclórica ya que la asumió con genial originalidad y, por ello, se encargó de subrayar sus posibilidades expresivas.
Lejos de la masividad y de la sumisión al aplauso fácil, pero con un camino consecuente y creativo que lo ungió en un temprano referente para oídos jóvenes y curiosos, Carnota dejó una obra (plasmada desde 1982 en unos 15 álbumes) que es documento esencial de la música de esta parte del mundo.
El músico llevaba varios meses de internación, primero en un sanatorio, luego en su casa y en estas horas en el Güemes, aquejado de pólipos en la garganta y de una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (epoc).
En abril de 2012, recién recuperado de una primera operación en las cuerdas vocales, le confió a Télam que «fueron avatares de los modelos viejos. En verdad no soy muy paranoico con ninguna cosa y siempre tengo fe en mí. Es una cosa que debo haber desarrollado porque desde que arranqué ando a contramano».
Y en idéntico sentido sostuvo entonces que «el día que me vaya de gira, quedaré por lo que hice».
Algunas de las cosas que hizo fue, por ejemplo, ser integrante del grupo de Adolfo Ábalos, con quien debutó profesionalmente en 1972.
De esa etapa, Raúl recordaba su participación en el espectáculo “El piano en sus tres dimensiones”, que encabezaron Ábalos, Horacio Salgán y el “Mono Villegas porque el jazzero “me dio aire. Me sirvieron sus consejos sobre la necesidad y la importancia de la libertad creativa», reconoció.
Al filo de los 80 lideró su propio proyecto en trío con el fallecido percusionista Rodolfo Sánchez (uno de sus más fieles compañeros de ruta y de músicas) y el pianista Eduardo Spinassi y alcanzó reconocimiento gracias a que dos de sus temas: “Grito santiagueño” y “Salamanqueando pa mí” fueron incluidos por Mercedes Sosa en su disco “Como un pájaro libre” (1983).
Con esa carta de presentación, grabó tres álbumes entre 1983 y 1985: “Suna Rocha-Raúl Carnota”, “Memoria adentro” y “Esencia de pueblo”.
La experiencia electrónica de 1987 con “Entre la ciudad y el campo”, dio paso a un prolongado silencio discográfico que recién interrumpió en 1994 con “Contrafuego” donde puso a prueba el cuarteto que compartía con las percusiones de Sánchez, el piano de Lilián Saba y los vientos de Marcelo Chiodi.
Ya por entonces comenzó a tomar distancia de los circuitos formales de los festivales folclóricos porque, indicaba, “ahí no se puede desarrollar una tarea artística».
«En los festivales folclóricos lo único que funciona es el aplausómetro, que lleva a tener que hacer temas muy conocidos e interpretados a los gritos para que la gente se enganche y te vuelvan a contratar al año siguiente», le dijo a Télam.
De vuelta tras sus primeras experiencias europeas iniciadas en 1995, regaló “Reciclón” (1998), fruto de otra formación de trío en donde a Sánchez se sumó el bajista Willy González y que incluyó esa declaración de principios que es “La asimétrica” (Yo me suelo aburrir/tocando siempre igual/y me largo a inventar/chacareras con piques de más/…/No me hagan explicar/el ritmo, no señor/yo sólo sé tocar/lo que me sale del corazón/…/Sincopada es mejor/que cuadrada y sin sal…/»).
Enseguida y para mostrar el magnífico repertorio registrado en “Fin de Siglo” (1999) recurrió a otros dos laderos: Juancho Perone (percusión) y Juancho Farías Gómez (bajo).
«La idea de juntar guitarra, percusión y bajo no es original porque es sacada del `power-trío`, pero está muy laburada porque el bajo no hace `pum-pum` sino que toca desarrollos armónicos y rítmicos y también trabaja sobre líneas melódicas», destacó entonces.
Disfrutando del hecho de ser un músico independiente, el nuevo siglo lo encontró explorando en torno a su repertorio conformado por obra propia y diversas versiones, una experiencia que en 2000 apareció en “Sólo los martes”.
En 2005 profundizó esa tendencia con “Espejos”, dos volúmenes con las mismas diez canciones que en un caso abordó solo y en el otro sumó a prestigiosos invitados con los que modificó el abordaje rítmico y melódico de cada tema haciendo, por caso, que un gato se convierta en milongón, un chamamé en son y una vidala en joropo.
Hacia 2007 visitó caminos y laderos con “Retrospectiva” y sin quedarse quieto, por entonces y junto a Sánchez convocaron al armoniquista Franco Luciani para dar forma Proyecto SanLuCa, un singular grupo que registró un único y fantástico disco homónimo y en directo y giró con buen paso por buena parte del país.
SanLuCa incluyó tangos y en la versión de «Ña Polí o la pureza de la gente como usted» (rasguido doble con texto de Teresa Parodi y música de Carnota) hubo una sorprendente introducción de «Cada vez que respiras», un clásico de The Police, que motivó a que Raúl ironizara que el tema «ahora pasó a ser `Ña Police` y espero que Teresa no se enoje».
La enfermedad y el fallecimiento de Sánchez y sus propias dolencias menguaron el andar del conjunto, pero Raúl no detuvo su marcha y lanzó el cd y dvd “Runa”, donde registró, entre otras piezas, «Artesano del silencio», «Eran las tres de la tarde», «La asimétrica», «Desandando», «La rosa perenne», «El salar», «Como la luz de un talismán», «La llave» y «Camino hacia Quimilí».
Ese trabajo coronó un hacer silencioso y consecuente que interpeló a cada paso dejando una estela capaz de ser tomada como gesto, como modo, como referencia y que implicó un modo personal de entender la música argentina y desbordarla de posibilidades.