martes, abril 23, 2024

Opinión

¿Cuándo vamos a aprender?

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Por Oscar Gollnitz

Hace pocos días un joven bañista resultó con cortaduras de un arma blanca y golpes en su cabeza con un objeto contundente por parte de un inspector de Seguridad Pública. La víctima fue internada en el Hospital Municipal, y todavía sufre las secuelas de semejante ataque.

Entonces la pregunta fue: ¿Quién tiene a cargo seleccionar a los trabajadores municipales? Teniendo en cuenta la importancia del trato con los turistas, y con los propios vecinos, evidentemente no se puede designar a alguien de carácter irascible para ese tipo de actividad.

Cuando ya se habían acallado los comentarios de este triste episodio, alrededor de las 21 del 25 del corriente sucedió un hecho de similares características. Por fortuna no fue sangriento, pero el amargo sabor que se llevaron turistas de Las Flores seguramente va a proliferar entre sus coterráneos.

Esta vez los protagonistas de la pésima propaganda fueron dos inspectores de Tránsito de la Municipalidad. La víctima, un remisero que accedió a cargar con algún pasajero de más de lo permitido en esos coches de alquiler porque se trataron de pequeños.

Los inspectores de Tránsito –que circulaban en las motos, número interno 41 y 46, respectivamente- detuvieron al remisero en 87 y 4. Ante la actitud de disculpas del trabajador del volante, uno de los ¿servidores públicos? lo increpó. “¿Te crees vivo vos?”, dijo en tono muy agresivo el inspector.

Como pudo el remisero ensayó varias explicaciones, y luego se sumaron los ocupantes del coche de alquiler. Mientras uno de los inspectores comenzó a labrar la infracción en medio de improperios, su compañero de ronda no cesó de decirles cosas a las mujeres que acertaron a pasar por el lugar.

Una cuadra antes, los mismos hombres a los que les pagan los vecinos de la ciudad, insultaron a un ciclista porque se desplazaba a contramano.

Las infracciones existieron. Corresponde labrar las actuaciones. Lo que es inadmisible es el mal trato, la prepotencia, el agravio y el pésimo comportamiento de estos agentes municipales.

Una vez más vale la pregunta: ¿quién toma a esos empleados?