Por José Goretta
Un desarrollo argentino aplicado a los dispensadores de agua permite obtener agua caliente logrando un ahorro de entre el 50 y el 70 por ciento del gasto de energía eléctrica requerida. Se trata de un sistema híbrido que trabaja con energía solar y eléctrica, en proporciones que varían según las variables climáticas y que fue desarrollado por especialistas de la Universidad Nacional del Nordeste.
Investigadores de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE) instalaron en esa facultad un dispensador de agua caliente que funciona en parte con energía solar y ahorra entre un 50 y 70 por ciento del gasto en energía eléctrica. Actualmente se están haciendo pruebas para optimizar su rendimiento. El proyecto surgió ante la motivación de varios investigadores de promocionar las ventajas de la energía solar a través de su aplicación en alguna práctica de uso cotidiano, y así fue concebida la idea de adaptar los equipos que proveen agua caliente a usar además la energía del sol.
Se decidió trabajar con los dispensadores de agua caliente, que en su forma más común son los termos de grandes dimensiones instalados en estaciones de servicios y lugares de concurrencia masiva como la universidad, que por un lado tienen mucha demanda y a la vez un gasto muy elevado de electricidad, por trabajar con resistencias de gran potencia (aproximadamente 2000 Watts) ya que deben proveer mucho calor en poco tiempo.
“La idea tuvo buena aceptación entre investigadores del área de energías renovables, muchos de los cuales ya vienen trabajando en la adaptación de equipos de uso cotidiano para su alimentación energética solar” explicó Víctor Toranzos, autor del proyecto junto a Carlos Aquino y Rubén Brazzola.
El dispositivo logrado es un dispensador ubicado en el hall del área de Física de Ciencias Exactas en el Campus Libertad de la UNNE y que se alimenta de un sistema de colector solar-reservorio ubicado en la parte superior del edificio. Se trata de un sistema híbrido que trabaja con energía solar y eléctrica, en proporciones que varía según las variables climáticas.
El equipo superior consta de un tanque de 100 litros aislado térmicamente y un panel solar de aproximadamente dos metros cuadrados de superficie, que capta la energía solar, calentando el agua y conduciéndola al reservorio por termosifón, la que luego se conduce hasta el dispensador cada vez que existe consumo por parte de los usuarios.
El agua corriente que llega al tanque superior, lo hace a una temperatura cercana a los 20 grados y que se eleva aproximadamente hasta los 60 grados gracias al calor captado por el panel solar, mientras que cuando llega al dispensador ubicado en el hall se utiliza energía eléctrica para alcanzar la temperatura óptima del agua para mate que es de unos 80 – 85 grados.
El mecanismo híbrido es necesario para que la electricidad compense la escasez de sol en días nublados. No se descarta la posibilidad de un equipo enteramente solar, pero el proyecto busca un compromiso entre costos, beneficios y confiabilidad del equipo.
Hasta el momento de las evaluaciones realizadas y con un consumo promedio superior a los 50 litros diarios, se obtuvo un ahorro en el consumo de energía de entre 50 y 70 por ciento variando según las condiciones climáticas con respecto al dispensador eléctrico.
Pero para juzgar fehacientemente su utilidad los investigadores se encuentran realizando una serie de mediciones técnicas que son posibles gracias a que el mecanismo, tanto en la parte inferior como superior, cuenta con 4 termómetros conectados a un equipo de adquisición automática de datos que registra variables térmicas y las procesa en una computadora, así como un solarímetro que monitorea la radiación solar que incide sobre el sistema.
“Queremos medir el beneficio concreto, determinar variables a ajustar, y tornar lo más sencillo posible el equipo para posibilitar la implementación práctica” dijo Toranzos. Reiteró que por los resultados hasta ahora logrados, lo consideran un equipo muy útil y que además tiene la particularidad de fomentar que es posible que la energía solar tenga utilidad en la vida cotidiana.
“La gente generalmente no piensa en otro tipo de energía que no sea la eléctrica, y ante eso es que queremos demostrar lo contrario” finalizó.
El proyecto contó con el aporte de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la UNNE, la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, la Dirección Nacional de Programas y Proyectos Especiales, el Programa de Energía y Transporte, entre otras instituciones. (AGENCIA CYTA – INSTITUTO LELOIR – UNNE)