Material enviado por el Lic. Jorge Mancuso
Si el gobierno cumpliera con la ejecución de los proyectos incluidos en el plan de obras públicas se estaría inyectando recursos por casi la mitad de lo que actualmente se destina a la inversión en construcción pública y privada. Aun así, será insuficiente para compensar los costos sociales que traerá aparejada la reversión del ciclo económico. Por eso, es fundamental un plan anticrisis más integral que contemple de manera mas explicita y agresiva medidas que lleven a potenciar la capacidad de generación de empleos de las pequeñas empresas.
El gobierno anunció un plan de obras públicas de $110 mil millones para los próximos 4 años. De ellos, se espera ejecutar $ 71 mil millones en el 2009. Este plan forma parte, junto a la reducción del impuesto a las ganancias y a los créditos promocionales, del paquete de medidas para enfrentar la crisis. A diferencia de los créditos y la baja de impuestos, que tienen un sesgo regresivo al beneficiar fundamentalmente a segmentos medios y altos, la obra pública tiene un impacto social más directo por ser la construcción un generador importante de empleos entre los sectores populares.
¿Son justificadas las altas expectativas que se le asignan dentro del diagnóstico oficial al plan de obras públicas? Una forma de responder a este interrogante es observar cómo ha sido el comportamiento de la inversión y el empleo en la construcción en el pasado. En base a datos del Ministerio de Economía es posible detectar las siguientes tendencias:
• La inversión en construcción medida en términos reales creció entre 1995 y 1998 un 28% mientras que el empleo formal en el sector lo hizo en un 33%.
• Entre 1998 y 2002 la inversión en construcción cayó un 48% y el empleo un 60%.
• Entre el 2002 y el 2008 la inversión creció un 167% y el empleo un 247%.
Los datos confirman la percepción de que la construcción es un importante generador de empleos. Por cada punto que se incrementa la inversión en la construcción, el empleo formal en el sector se incrementa en más de 1 punto porcentual. Es decir, más del doble que la relación empleo-producto observada para el promedio de la economía, que en tiempos normales se ubica en el orden de entre 0,5 y 0,3. Además, otra particularidad de la construcción es que genera muchos puestos de trabajo que pueden ser ocupados por personas con relativamente baja formación, con lo cual, sus impactos a favor de las familias más vulnerables son mucho mayores.
El monto de inversión anunciado por el gobierno es muy importante. A titulo referencial cabe considerar que la inversión total en construcción (pública y privada) en el año 2008 se estima que podría llegar a ser de $147 mil millones. Es decir, si el gobierno cumpliera con los anuncios se estaría inyectando en el 2009 un volumen de recursos equivalente a casi la mitad del nivel de inversión en construcción actual.
Sin embargo, los datos también muestran la alta volatilidad que caracteriza al sector. En las fases crecientes del ciclo económico (1995 – 1998 y 2002 – 2008) el empleo crece a tasas muy altas. En forma análoga, en la fase contractiva (1998 – 2002) la destrucción de empleos es abrupta. Por lo tanto, dado el escenario pesimista que se percibe en la mayoría de los agentes económicos, es muy probable que, aun suponiendo que el plan se ejecuta tal como fue presentado, en el mejor de los casos se podría lograr compensar los efectos contractivos que espontáneamente se están produciendo como consecuencia de la reversión del ciclo económico.
La obra pública es una intervención correcta como herramienta anticíclica. Sin embargo, para que cumpla este rol es fundamental contar con financiamiento y capacidad de gestión. En relación a esto hay justificadas dudas. Hasta ahora han prevalecido los atrasos, la arbitrariedad en la priorización de los proyectos y las permanentes sospechas de corrupción. Si en la fase expansiva del ciclo, que se dio entre el 2003 y el 2008, proliferaron estos problemas de financiamiento y gestión, no hay elementos que permitan pensar que esto pueda cambiar en un marco de restricciones de ingresos y acumulación de demandas sociales que traerá aparejada la contracción del ciclo.
Esto lleva a enfatizar la importancia de adoptar un enfoque más integral en el diseño de las estrategias para enfrentar la crisis. Uno de las principales ausencias dentro del diagnóstico oficial son las pequeñas empresas. Se trata de un segmento con grandes potencialidades en términos de generación de empleos que no son aprovechadas debido a que sufren una sistemática discriminación. En este sentido, es fundamental revisar el cúmulo de disposiciones impositivas, laborales y regulatorias que actualmente condenan a las empresas más chicas a sobrevivir en la informalidad.